jueves, 15 de enero de 2009

It's wierd...

Hace diez años, a la mitad de mis veinte, me entró un terror psicológico a parecer más joven. Me veía en el espejo y quería verme más grande, de 32, que era mi edad ideal en aquél entonces. Me vestía con ropa de señora... neta, ni mi madre se compraba las chingaderas que yo me ponía. No sé porqué pensaba que las mujeres de treinta para arriba eran más interesantes y podían fácilmente bajarte a un galán. Tal vez se debía a que las veía económicamente más poderosas, inteligentes, ya no se andaban con mamadas, mujeres seguras y si alguna de ellas había estudiado la carrera de letras o filosofía, me sentía intimidada.

Tenía una amiga de 36 años, y le comentaba constantemente mi terror de verme más chica, y ella me contestaba: " Maruchi, no digas pendejadas... Nosotras las de treinta nos sentimos amenazadas por las chavas de veinte" (era obvio que me iba a responder eso ¿no?). No me daba cuenta de que el mundo era precisamente eso, un mundo de oportunidades, y que tenía el tiempo para cagarla y volver a empezar.


Ser matada en la escuela, usar lentes, y tener actitudes Daria era muy apropiado a los veinte, pues una persona joven sabelotodo, que se las pinta de culta, es catalogada como nerd, y ser nerd tiene cierto encanto. Ahora a los 30, saber un chingo de cosas, ser culta y seguir teniendo actitudes Daria, ya no me hacen nerd, sino una persona sabia. Esto es cierto. Si ven a un chavo de 22 que se sabe los países y sus capitales de memoria, en seguida le gritarían: !NERRRRD! y le darían un zape. Pero si un señor de 36 se los sabe de memoria en seguida pensarán: "Es un señor muy listo. Igual y hasta es profe de geografía. Por eso se las sabe."


Extraño la posibilidad de ser Nerd, la inadaptada social que era a los veinte. Recuerdo que en la universidad primera ( así le digo a la primera universidad que fui) un profe nos gritó a mí a una amiga que éramos las tipas más antisociales que había conocido en su vida. Ambas sonreímos. Fue un halago. Ahora a mis treinta ya no soy catalogada como antisocial, sino como una pinche loca amargada.


(Chica- Nerd -Antisocial)

(Vieja amargada y ....¡qué me ves pendejo!)





¿Cómo supe que ya se me pasaba el tueste?


Los indicios fueron los siguientes:


1. Cuando tuve que comprar un vestido de fiesta y vi uno hermoso, pero era de color rosita y aún así me empeñé en llevármelo al probador. Una vez puesto, me miré en el espejo y me di cuenta que se me veía TAN fuera de lugar y el primer pensamiento para remediarlo fue: "Voy a buscar algo más apropiado" y el segundo pensamiento que me brincó fue: "Fuuuuuuuck, esa palabra la dice mi madre... y mi madre es vieja."

2.-Hace cinco años solía comprar mi ropa en Bershka y ahora voy y huele a perfume Red Jeans y digo: "Pinches escuinclas... ¡Cómo hacen desmadre! No dejan escoger ropa a gusto." Y me voy a tiendas como Mango o Zara, que son para mujeres con mayor poder adquisitivo propio, o sea treintonas.

3.-Cuando tenía veinte iba a la Gandhi a comprar libros de Kundera o Schopenhauer los adultos me veían con admiración. Ahora ya nadie...nadie...nadie se sorprende de mis gustos literarios. * Puede suceder que el de la librería pregunte: "¿En que año va su hijo?". Y puede ser que conteste : "¿ Hasta qué grado de la primaria estudiaste?"



4.-Cuando vi la película de E.T. en la versión nueva con escenas inéditas y me súper emputé porque se perdió el feeling que me dio la original, así... sin escenas mamonas con el Elliot en la bañera y un E.T. a computadora pajarísimo. Ni se diga de la de Star Wars: Un caso lamentable...


5.-Cuando dejé de comprar productos anti-acné y empecé a comprar productos hidratantes. Este punto en particular fue penoso. Pues fui con una pendeja de bata blanca en Sanborns preguntando por una crema hidratante y me preguntó inquisitivamente cuáles eran EXACTAMENTE mis necesidades, le dije que el frío de invierno me había resecado la jeta y quería rehidatarla. Entonces me vendió un gel-hidro-regulador y de cortesía: (puruuuuuuum) una crema para las primeras líneas de expresión - Sonrió la muy puta como diciéndome: "No te hagas pendeja. Eso no es resequedad"-.
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He de ser honesta, no me gustaría volver a tener veinte, y prefiero mil veces que empiecen a salir líneas de expresión a uno que otro barro, sin embargo extraño esa sensación de creer que aún tenía tiempo para echarme a perder, para regarla una y otra vez y decir: " a penas tengo veinte." Siempre me había sentido un alma vieja en un cuerpo joven, y esa inadecuación me definía de mil maneras y le daba a la realidad un cierto encanto sastreriano. ¿Será que mi cuerpo ya está alcanzando a la edad de mi alma? Tal vez por eso ahora en vez de inadaptada sea simplemento hostil y en lugar de ser nerd sea culta. Las cosas se están acomodando y proporcionan un equilibrio y ahora estoy aprendiendo a dar los primeros pasos sobre ese terreno plano, cuando antes estaba acostumbrada a dar brinco, circo, maroma y teatro para poder mantenerme en pié y no caerme.

2 comentarios:

Dib dijo...

Daria es LA MALDITA LEY, al igual que todo lo que tenga que ver con ella.

Unknown dijo...

Un día todos despertamos y nos damos cuenta que la casa que habitamos tiene goteras y no hay tantas cubetas. Ni pedo cada día tendremos menos excusas para pasarla chido.


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