jueves, 23 de octubre de 2008

Obsesión: El ritual citadino


Banqueta: Orilla de la calle o de otra vía pública, generalmente enlosada, sita junto al paramento de las casas, y particularmente destinada para el tránsito de la gente que va a pie.



Acabo de presentar una definición real de este elemento tan encontrado en las calles. En efecto, una banqueta no es más que una mole de cemento achatada a un nivel superior de la calle con el fin de que los transeúntes caminen libremente sin temer ser arrollados por una ñora en Voyager que no sabe echarse en reversa, aunque no siempre sea efectivo (pregúntenle al hijo del papá). La acera es un acontecimiento propio de la civilización. Sin embargo, al andar sobre ella entramos a un mundo mágico, accedemos a las prácticas ancestrales del ritual. Quizás aún no cachen bien de qué chingados estoy hablando. Pues bien, me refiero al caminar por esa masa de cemento y no pisar una puta rayita, o esquivar las coladeras. Lo hacemos para evitar un desastre en el universo.



¡Lo que tengo que hacer para salvar al mundo!

Los psicólogos llaman a estas acciones compulsiones y quienes las actúan en todos los aspectos de su vida se les dice que sufren del TOC. "Toc... toc... ¿Quién es?... la vieja Inés... ¿Qué busca?.... un listón...¿De qué color?". Es el pedo de usar acrónimos. En realidad TOC significa: Trastorno Obsesivo Compulsivo. Pero si le quitamos a estas actitudes la connotación patológica, nos quedamos con un absurdo con sentido... ¡Ah Cabrón! ¿A poco un absurdo puede tener sentido?. Claro que sí puede, pero no un sentido en función de la lógica aristotélica, sino en un sentido mágico, de ahí que sea ritual.

La mayoría nos hacemos bien pendejos con este tema. Sabemos que es "ilógico" prender y apagar la luz dos veces, y creemos que sólo uno hace eso...¡C'moooooon!... ¿qué puta diferencia puede haber si te pones primero el zapato derecho que el izquierdo? Pues en un mundo mágico no te puedes andar con mamadas. No conoces bien el alcance de sus poderes. Tal vez no sea tan descabellada la idea de que pisar una rayita te traiga mala suerte. Según un profesor de matemáticas una línea se continúa hacia el infinito, aunque sólo la hayas dibujado de cinco centímetros en la pizarra. Entonces, si la acera está llena de líneas y pisas una, tal vez parte de esa separación se prolongue a tu cuerpo. La idea en sí es muy pendeja, pero no podemos evitarlo.

Existe algo más veloz que la luz, y es la oscuridad. A huevo. La luz desplaza a la oscuridad, entonces ésta tiene que viajar más rápido para que la otra llegue. Por ello si prendes y apagas la luz dos veces, tal vez se deba a que la oscuridad se comunica a nivel telepático con nosotros y nos dice: "¿Tsss...tsss?... oye, se me olvidó una madre, dame chance de regresar por ella". Y tú muy buen pedo le das chance y mandas a la luz a la chingada por un ratito más y ya.

Apagar y prender la luz dos veces y no pisar las rayas son de los rituales más comunes, pero si nos sumergimos en la mente enferma de cada persona, descubriremos hábitos que no se nos hubieran ocurrido en mil años.

He aquí los testimonios de una encuesta muy chafa realizada a un número selecto de personas.


La pregunta era: ¿Qué ritual extraño tienes que no sea no pisar las rayas en las banquetas o prender y apagar la luz?


Testimonios

"Yo siempre tengo que cambiar la radio con la mano izquierda. He estado a punto de partirme la madre, pero no me importa. No puedo evitar hacerlo."
-Tal vez el alcohol no sea la causa principal de accidentes.

"Siempre que voy a tomar café, invariablemente, tengo que golpear la cucharita tres veces en el plato antes de beberlo. He estado en situaciones dónde la cuchara es de plástico, entonces no me lo bebo, porque otro de los requisitos es que la cucharita sea de metal. En citas es muy difícil idear una excusa para ello."
-¿Y al golpear dices "There's no place like home"?

"Hago apuestas con los semáforos. Si llego antes del alto la libré, pero si me tocó el alto, a huevo tengo que contar los segundos que dura para que no tenga mal karma."
- Ojalá nunca te toque el semáforo de Ejército.

"Yo he tirado ropa nueva porque el día que la estrené me fue de la chingada, entonces la regalo o la boto a la basura sin importarme cuánto me costó. Sin embargo también hay casos donde la ropa adquiere poderes de inmunidad cuando me pasó algo malo y no la tiro, pero no sé cómo uso ese criterio, simplemente lo siento."
-Inmune al poliéster y al veneno de cobra.

"Nunca pido pizzas. Si se me antoja una, hago que los demás la pidan por mí. Les digo que a mí siempre me tratan mal, pero la razón real es por miedo a que me pase algo malo."
- Lo único malo que puede pasar es que te quedes sin cenar por marica y no coger el teléfono.

"Cuando escribo en Word no puedo usar la Times New Roman en ningún momento, y tengo que dejar espacios injustificados, como picarle al espaciador dos veces en vez de una para separar las palabras."
- Hay personas que no debieron evolucionar del papel secante, la pluma de ganso y la tinta de cochinilla.

"Cuando subo o bajo escaleras siempre tengo que llegar primero con el pie izquierdo, así que antes de usar una escalera siempre tengo que calcular mentalmente el número de escalones para empezar con el pie correcto y así llegar con el izquierdo."
- ¿Conoces Teotihuacan?... ¿No?... Lo recomiendo, es un lugar precioso.


"Hago veinte flexiones en la ducha. Diez antes de empezar y otras diez antes de acabar. Pero no lo hago como un fin estético, es simplemente porque no puedo evitarlo."
- Se resolvió el misterio de por qué se acaba el agua caliente.


"Yo tengo el ritual de comerme el pollo crudo, vomitarlo y ver cómo se lo comen mis gatos."
-¡Saquen a esta pinche loca de aquí!

Fin de testimonios.


El ritual citadino es más banal y común de lo que quisiéramos creer. No hay que sentirnos enfermos raros, porque no somos raros, sí enfermos mentales, pero no raros. Así que a brincar las rayitas, a jugar con el interruptor, y cada vez que lo hagamos pensemos en el otro billón de seres humanos que también lo están haciendo. Todos trabajamos juntos para evitar desastres naturales en el universo.

martes, 14 de octubre de 2008

No controles mis vestidos

Sí, lo sé... a mí también me caga esa referencia tan trillada y gratuita de citar esta rola de las Flans. Pero tenía siete años cuando compré con mucha ilusión su primer LP. Canté con mis compañeritas El Bazar (la versión no oficial inventada por un cuate de la escuela).

Te conocí en un bazar un sábado a medio día,
Entre los nacos y puestos, tragando quesadillas.
Te detuviste a mi lado a ver que taco escogía,
Pero escogí una memela y tú un taco de tripa.
Tú me dijiste: ¡Eso no te va muy bien!
Otro taquito deberías de escoger.
¿Al rato qué vas a hacer?
La panza te va a doler.

Me enamoré de ti con un taco...
Me enamoré de ti con un taco...


La segunda rola más popular del mismo disco era precisamente No Controles.Esta canción ya era cómica en sí misma que no hubo necesidad de hacerle una parodia, pero la uso como título de este capítulo porque hace referencia a lo frustrante que es dejar la decisión de tu imagen a los adultos conocidos como tus padres. Cuando tienes dos - tres años, no hay mucho pedo, no sabes qué coño pasa a tu alrededor. Pero ya que cumples seis, siete, ocho, nueve, diez años, eres conciente de que el mundo es cruel y que las personas no se vana tocar el corazón para burlarse de ti por el abrigo de bolitas que tejió tu mamá, o porque te mandó a la escuela con la lonchera de Blancanieves (Esto es real. Le sucedió a mi hermano), a mí me tocó una lonchera que más bien parecía caja de herramientas. Los dos hicimos lo imposible por perder esas pinches loncheras, destruirlas o mandarlas a otra dimensión, pero siempre regresaban a su dueño original, y así fue como nos duraron toda la primaria, sin embargo llegó el día en que a mi hermano y a mí se nos ocurrió intercambiar de loncheras... Jamás entendimos qué pedo, o qué pasaba por la cabeza de mi madre.

Otro de los momentos frustrantes que me vienen a la memoria, fue que me costó un huevo dejarme crecer el pelo hasta la cintura. Tenía 7 años y cabellos castaños y rubios cenizos que terminaban en unos ricitos chidillos...Pausa... Estoy conciente de que tengo un matón y peinarme en las mañanas era un suplicio, pero el resultado valía la pena, así que estaba dispuesta a pasar el lloradero matutino con tal de verme linda, pero mi madre no lo estaba.

Silogismos peligrosos de mi madre:

  • ¡Qué desmadre es peinar a Maruchi! Voy a llevarla al salón para que le corten las greñas.
  • ¿Para qué gastar en un salón cuando una misma puede cortarles el pelo a sus hijos?
  • ¿Necesitaré tijeras especiales o con las de la cocina tengo suficiente?
  • ¡Que lindo se veía el otro día en la tele el Juliancito Bravo cuando sale de Tom Sawyer!
  • Ese corte es de niño ¿Se verá bien en una niña?
  • Los niños no tienen vanidad ¿Cierto?

(Por lo tanto) “Le haré el corte yo misma con las tijeras para pollo y se verá tan linda con el cortecito de Juliancito”

Resultado esperado:



Resultado real:



¡¡¡NETA!!! Ese corte de pelo trae una maldición. Justo cuando terminó de cercenar mi blonda cabellera, me salieron las ojeras y la expresión de “Fuck you” de Moe ¡Pinche corte a la de a huevo! ¡Me traumé de por vida! Solía correr con mi larga cola de caballo y me encantaba sentirla moverse de un lado a otro sobre mi espalda mientras los rayos cálidos del sol hacían destacar los matices dorados de mi cabello. Con el puto corte a la Moe, cuando corría parecía que se abría y cerraba un paragüitas.

Yo sé que puedo sonar exagerada, pues finalmente el tiempo pasa y el cabello vuelve a crecer sin pedos. El pedo es que, efectivamente, el tiempo pasó por todas las cosas menos por mi pelo, se estancó en ese puto cortecito durante dos años. No fue sino hasta que cumplí nueve que me ubicaban como niña otra vez.

¿Y qué tal esos zapatos de goma de punta chata? Me cae que quien los diseñó, se inspiró en la anatomía felina, porque con esos zapatos, no importaba si te caías de cabeza, panza o rodillas, invariablemente llegabas al suelo parado.

No es que sea en extremo vanidosa, pero si me gusta verme bien. Yo opino que al final la ropa que te pones, el peinado que eliges hacerte cada mañana, la actitud que desarrollas, es una manera efectiva (a veces) de extender quien sientes que realmente eres. Entonces, dejar esa decisión a alguien externo a ti, aunque sean tus padres, es frustrante.

Ahora en la tele hay programas de “What not to wear” o su traducción al español más enfática: ¡NO te lo pongas! En los cuales un par de pendejos le dicen otro pendejo cómo debe vestirse para verse menos ojete. Me pregunto qué pasaría si ese programa lo hicieran para padres, enseñándolos a vestir a sus hijos. Sería muy entrometido el pedo ¿no? Sin embargo, no estaría de más una ayudadita a padres que tienen buenas intenciones, y poca iniciativa. He visto criaturitas que tienen los dientes chuequísimos (ya los de a devis, no los de leche) y no los llevan al dentista, y no siempre es por falta de dinero, sino desidia, y si algún papá tiene la buena voluntad de llevar a su hijo a que le arreglen la boca, se ve en la penosa necesidad de regatear trescientos pinches pesos, porque los dentistas cobran más que un neurocirujano.

Dentista: Mire, tenemos este producto de Alemania. Es un poco más caro que el tradicional, pero se ha demostrado que tiene la misma efectividad que los frenos de caballo, con la ventaja de que son más estéticos.

Papá: ¿La diferencia?

Dentista: (con voz trémula y haciéndose bien pendejo con la calculadora) Son dos mil pesitos más.

Papá: ¿Y de cuántos años es el tratamiento?

Dentista: Pues dada la condición del niño...

Papa: ¡Niña! ¡Es una niña!

Dentista: Chin... esteeee... pues... no más cuatro años.

El papá hace cálculos mentales sin hacerse pendejo con la calculadora y en chinga dice:
- Ni madres. Son 300 mil pesos anuales. Póngale los de caballo.

Corte a:
El padre y la hija dejan el consultorio. La niña parece perro con bozal y el padre (ahora sí) se hace bien pendejo por que no tiene el valor de mirar a su criaturita a la cara.

Resumiendo:
  • Lonchera de mecánico.
  • Cortecito de Moe de los tres chiflados.
  • Zapatos de goma descalabradores.
  • Frenos de caballo.

La infancia puede ser una época muy culera. Sin embargo, a pesar de las peripecias, me bastaba con prender el canal cinco en El Buzón de Rogelio Moreno y sentir extraño placer al ver como
la pantalla azúl, se comía la mitad de su cabeza. El Tío Gamboín, siempre me cagó la madre, así que evitaba verlo y le cambiaba al 7 que era univisión en aquel entonces.

Ya una vez que hicimos conciencia que ser escuincle es una joda, pues no hay que consentir a los de ahora mucho, sólo necesitan que los tratemos como adultos. Si un niño te caga la madre hay que decirle: ¡Niñooo, me cagas la madre! Lárgate con tus papás.

Si un niño te pregunta cosas incómodas sin ser tu hijo, sobrino o cualquier lazo consanguíneo, lo más seguro es que ya sabe que es el sexo y sólo quiere ver tu reacción. Así que en vez de tragar camote, le dices: "Mira niño, los seres humanos a diferencia de otros microorganismos, nos reproducimos a través de la meiosis y no la mitosis, por que la mitosis es un proceso menos complejo que utilizan seres unicelulares bla bla bla..." En menos de 20 segundos lo tienes perdido y se va a distraer con cualquier ruido, olvidándose del tema.

Cuando me preguntan: "¿Te gustan los niños?", siento que es una nimiedad igual que preguntar si te gustan más los perros que los gatos. Mi respuesta es: Así como hay adultos que me agradan y a otros los alucino barato, me sucede igual con los niños. El ser niños no los exenta de cagarme la madre si son latositos.

¡Viva la adultez y el poder adquisitivo!

jueves, 2 de octubre de 2008

Toda historia tiene una historia back up

En junio sucedió algo que siempre me pasa cada año: fue mi cumpleaños. Pero lo nuevo de este evento fue que cumplí treinta...Meeeeerd!.. No sabía qué hacer. Nunca había cumplido trieinta antes. Afortunadamente la angustia se vio mitigada por una especie de salmonela que se manifestó exactamente el día de mi cumpleaños. Pero lo inevitable... es inevitable (chingón), enruquecí. Pero hay algo que pega más al llegar a los treinta, que perder el look de "chavita": Perder el tiempo.

Hace un par de días venía de comer junto con una amiga. Se nos hacía tarde para el trabajo. Y mientras mentaba madres a diestra y siniestra e intentaba volarme un semáforo, pero la cagué y quedé en medio de Mariano Escobedo, le comenté que este fin de semana se me fue groseramente rápido. Ambas llegamos a la conclusión que podría deberse a dos cosas:

1.- Me pasé de lanza durmiendo el fin. Sí, me levanté a las 6 para estar a las 7 en la escuela, pero ya una vez en casa, de las 3 a las 7 de la noche me aventé una mega jetota. Y el domingo también me eché un coyotito. Entonces, esa licuefacción temporal pudo deberse a que estuve inconsciente parte del fin.

2.- Entré más años cumples, te vueleves más responsable y tu vida se mide en resultados. Siempre esperas que pase algo, pero no la espera alentadora-poética-artística que da sentido a lo cotidiano a través de epifanías en el taco que te comes...NO... Ésta es otra espera que drena la energía y consta de ir de punto a - b all fucking day long:


  • Vas a la cama y esperas despertar para ir a la oficina.
  • Vas en el tráfico y esperas llegar a la oficina
  • Llegas a la puta oficina y esperas a que te contesten mails y contestas mails.
  • Esperas la hora de comida.
  • Estás en tu hora de comida y esperas regresar a terminar pendientes.
  • Estás en tu lugar esperando salir temprano.
  • Estás en tu lugar a las 8 pm (ya sabes que no saliste temprano) pero no te angustía, pues ni te diste cuenta que había pasado tanto tiempo.
  • Vas en la calle dirigiéndote al súper que está a 20 minutos, pero por el tráfico llegas en una hora.
  • Estás en el super esperando que la compra sea rápida.
  • Llegas a la caja y esperas que la cajera no sea nueva.
  • La cajera nueva te pregunta si tienes tarjeta de puntos. Tú le contestas que NO porque deseas irte de ahí lo más rápido posible.
  • Ves como la cajera ignora cobrar tus cosas y está como pendeja buscando algo. Lo encuentra y es otra tarjeta de puntos. Te la da y te recita una letanía de como pasar los puntos de esta compra a tu tarjeta original.
  • Sales del súper esperando que el tráfico haya bajado...Nel, Ahí sigue.
  • Llegas a tu casa agotadísimo. Tratas de pasar tiempo con tu gente así que te duermes lo más tarde que puedes.

Y se repite al día siguiente. Es por ello que el fin de semana es lo más valioso que tienes cuando cumples treinta. Y tratas de decidir sabiamente qué hacer con esos dos días sin chamba. El pedo es que el cansancio y estrés de la semana hacen estragos y decides aprovechar ese descanso en descansar (pleonastic time). Y se te va en chinga.

Antes medías el día en dos o tres cosas que tenías que hacer. Ir a la escuela, esperar el recreo y la hora de salida, ya una vez fuera, el día te pertenecía. Pero ahora mides todos los fragmentos del día, es por ello que el tiempo se acorta. Pues ya sabemos que no existe tal cual sino que es una medida para ordenar el universo. El tiempo se experimenta en sensación, es decír, lo sientes trascurrir. La modernidad del DVD me permite hacer una analogía de esta era: " Cuando somos adultos la vida se nos va en forwardazos (me vale madres que no exista esta palabra) como cuando vemos una movie en el DVD y nos da hueva la escena o ya la vimos y le damos al FW. Eso hacemos con el día a día. Le picamos forward a nuestra historia. Es sólo que aquí, a diferencia del DVD, no podemos darle al índice de capítulos para poder ver otra vez lo que te perdiste.


Pero siempre cuentas con una historia que supla la que no viviste en el día. Lo que no medimos y es sorprendente. Lo mágico-maravilloso (Me refiero al movimiento literario latinoamericano. No piensen en magicuentos). Momentos en los que nos detenemos a no sentir el tiempo. Y no hablo del vuelo de una mariposa, o de los pistilos en el aire, o del cálido sol dándonos en la jeta.... NO... Hablo de lo chuzco:


De la vez que estabas en el messenger y le mandaste a tu amiga "Gaby" un comentario burlándote de una visita que tenías en recepción y le escribiste: " Ese pendejo que se meta su antena por el culo jajaja" y volteaste a ver a tu amiga Gaby para ver qué te decía, pero no te dice nada y no se caga de la risa. Entonces, abriste tu ventana y te diste cuenta que se lo mandaste a otra Gaby que también trabaja ahí y que es una culera acusona.

De la vez que pediste una hamburguesa y te dieron puro pan y pepinillo.

De la vez que pediste una hamburguesa y te dieron carne de tumor.

De la vez que tenías pena en invitar a un cuate de la escuela a la fiesta de un chavo que no veías en años, y te rajaste y no le dijiste nada y que cuando entraste ahí estaba el chico que te dio pena invitar y te confesó que también planeaba invitarte a la misma fiesta... De que ahora que escribo esto veo que parece de prepa, pero pasó ahora en la Universidad.

De la vez que te dieron celos estúpidos por confundir un fonema.

De la vez que se cayó tu profesor de matemáticas por las escaleras y trataste de ayudarlo, pero al verle la suela rota del putazo, te reíste y no ayudaste en nada.

De cuando estornudaste enfrente del chico que te gustaba y se te salió un moco... y le cayó en su antebrazo.

De la vez que te pusieron 10 en tu colage de época chingón para tu escuela y vas a presumirle a tu tío tu obra de arte, que es fan de los 50 igual que tú , y de pronto te acuerdas que recortaste la portada del LP de Paul Anka y Neil Sedaka que te regaló el mismo tío hace cinco años junto con una historia del huevo que es conseguir esos discos.

De todas las veces que sentiste calientito cuando la cagaste... o como dice mi hermano ... cuando se te aflojó el títere, refiriéndose a cómo una marionieta se desarma cuando le sueltas los hilos... No al culo, pero si pensaron en eso, adelante. No voy a chingar con el clásico: "No sean mal pensados".