martes, 14 de octubre de 2008

No controles mis vestidos

Sí, lo sé... a mí también me caga esa referencia tan trillada y gratuita de citar esta rola de las Flans. Pero tenía siete años cuando compré con mucha ilusión su primer LP. Canté con mis compañeritas El Bazar (la versión no oficial inventada por un cuate de la escuela).

Te conocí en un bazar un sábado a medio día,
Entre los nacos y puestos, tragando quesadillas.
Te detuviste a mi lado a ver que taco escogía,
Pero escogí una memela y tú un taco de tripa.
Tú me dijiste: ¡Eso no te va muy bien!
Otro taquito deberías de escoger.
¿Al rato qué vas a hacer?
La panza te va a doler.

Me enamoré de ti con un taco...
Me enamoré de ti con un taco...


La segunda rola más popular del mismo disco era precisamente No Controles.Esta canción ya era cómica en sí misma que no hubo necesidad de hacerle una parodia, pero la uso como título de este capítulo porque hace referencia a lo frustrante que es dejar la decisión de tu imagen a los adultos conocidos como tus padres. Cuando tienes dos - tres años, no hay mucho pedo, no sabes qué coño pasa a tu alrededor. Pero ya que cumples seis, siete, ocho, nueve, diez años, eres conciente de que el mundo es cruel y que las personas no se vana tocar el corazón para burlarse de ti por el abrigo de bolitas que tejió tu mamá, o porque te mandó a la escuela con la lonchera de Blancanieves (Esto es real. Le sucedió a mi hermano), a mí me tocó una lonchera que más bien parecía caja de herramientas. Los dos hicimos lo imposible por perder esas pinches loncheras, destruirlas o mandarlas a otra dimensión, pero siempre regresaban a su dueño original, y así fue como nos duraron toda la primaria, sin embargo llegó el día en que a mi hermano y a mí se nos ocurrió intercambiar de loncheras... Jamás entendimos qué pedo, o qué pasaba por la cabeza de mi madre.

Otro de los momentos frustrantes que me vienen a la memoria, fue que me costó un huevo dejarme crecer el pelo hasta la cintura. Tenía 7 años y cabellos castaños y rubios cenizos que terminaban en unos ricitos chidillos...Pausa... Estoy conciente de que tengo un matón y peinarme en las mañanas era un suplicio, pero el resultado valía la pena, así que estaba dispuesta a pasar el lloradero matutino con tal de verme linda, pero mi madre no lo estaba.

Silogismos peligrosos de mi madre:

  • ¡Qué desmadre es peinar a Maruchi! Voy a llevarla al salón para que le corten las greñas.
  • ¿Para qué gastar en un salón cuando una misma puede cortarles el pelo a sus hijos?
  • ¿Necesitaré tijeras especiales o con las de la cocina tengo suficiente?
  • ¡Que lindo se veía el otro día en la tele el Juliancito Bravo cuando sale de Tom Sawyer!
  • Ese corte es de niño ¿Se verá bien en una niña?
  • Los niños no tienen vanidad ¿Cierto?

(Por lo tanto) “Le haré el corte yo misma con las tijeras para pollo y se verá tan linda con el cortecito de Juliancito”

Resultado esperado:



Resultado real:



¡¡¡NETA!!! Ese corte de pelo trae una maldición. Justo cuando terminó de cercenar mi blonda cabellera, me salieron las ojeras y la expresión de “Fuck you” de Moe ¡Pinche corte a la de a huevo! ¡Me traumé de por vida! Solía correr con mi larga cola de caballo y me encantaba sentirla moverse de un lado a otro sobre mi espalda mientras los rayos cálidos del sol hacían destacar los matices dorados de mi cabello. Con el puto corte a la Moe, cuando corría parecía que se abría y cerraba un paragüitas.

Yo sé que puedo sonar exagerada, pues finalmente el tiempo pasa y el cabello vuelve a crecer sin pedos. El pedo es que, efectivamente, el tiempo pasó por todas las cosas menos por mi pelo, se estancó en ese puto cortecito durante dos años. No fue sino hasta que cumplí nueve que me ubicaban como niña otra vez.

¿Y qué tal esos zapatos de goma de punta chata? Me cae que quien los diseñó, se inspiró en la anatomía felina, porque con esos zapatos, no importaba si te caías de cabeza, panza o rodillas, invariablemente llegabas al suelo parado.

No es que sea en extremo vanidosa, pero si me gusta verme bien. Yo opino que al final la ropa que te pones, el peinado que eliges hacerte cada mañana, la actitud que desarrollas, es una manera efectiva (a veces) de extender quien sientes que realmente eres. Entonces, dejar esa decisión a alguien externo a ti, aunque sean tus padres, es frustrante.

Ahora en la tele hay programas de “What not to wear” o su traducción al español más enfática: ¡NO te lo pongas! En los cuales un par de pendejos le dicen otro pendejo cómo debe vestirse para verse menos ojete. Me pregunto qué pasaría si ese programa lo hicieran para padres, enseñándolos a vestir a sus hijos. Sería muy entrometido el pedo ¿no? Sin embargo, no estaría de más una ayudadita a padres que tienen buenas intenciones, y poca iniciativa. He visto criaturitas que tienen los dientes chuequísimos (ya los de a devis, no los de leche) y no los llevan al dentista, y no siempre es por falta de dinero, sino desidia, y si algún papá tiene la buena voluntad de llevar a su hijo a que le arreglen la boca, se ve en la penosa necesidad de regatear trescientos pinches pesos, porque los dentistas cobran más que un neurocirujano.

Dentista: Mire, tenemos este producto de Alemania. Es un poco más caro que el tradicional, pero se ha demostrado que tiene la misma efectividad que los frenos de caballo, con la ventaja de que son más estéticos.

Papá: ¿La diferencia?

Dentista: (con voz trémula y haciéndose bien pendejo con la calculadora) Son dos mil pesitos más.

Papá: ¿Y de cuántos años es el tratamiento?

Dentista: Pues dada la condición del niño...

Papa: ¡Niña! ¡Es una niña!

Dentista: Chin... esteeee... pues... no más cuatro años.

El papá hace cálculos mentales sin hacerse pendejo con la calculadora y en chinga dice:
- Ni madres. Son 300 mil pesos anuales. Póngale los de caballo.

Corte a:
El padre y la hija dejan el consultorio. La niña parece perro con bozal y el padre (ahora sí) se hace bien pendejo por que no tiene el valor de mirar a su criaturita a la cara.

Resumiendo:
  • Lonchera de mecánico.
  • Cortecito de Moe de los tres chiflados.
  • Zapatos de goma descalabradores.
  • Frenos de caballo.

La infancia puede ser una época muy culera. Sin embargo, a pesar de las peripecias, me bastaba con prender el canal cinco en El Buzón de Rogelio Moreno y sentir extraño placer al ver como
la pantalla azúl, se comía la mitad de su cabeza. El Tío Gamboín, siempre me cagó la madre, así que evitaba verlo y le cambiaba al 7 que era univisión en aquel entonces.

Ya una vez que hicimos conciencia que ser escuincle es una joda, pues no hay que consentir a los de ahora mucho, sólo necesitan que los tratemos como adultos. Si un niño te caga la madre hay que decirle: ¡Niñooo, me cagas la madre! Lárgate con tus papás.

Si un niño te pregunta cosas incómodas sin ser tu hijo, sobrino o cualquier lazo consanguíneo, lo más seguro es que ya sabe que es el sexo y sólo quiere ver tu reacción. Así que en vez de tragar camote, le dices: "Mira niño, los seres humanos a diferencia de otros microorganismos, nos reproducimos a través de la meiosis y no la mitosis, por que la mitosis es un proceso menos complejo que utilizan seres unicelulares bla bla bla..." En menos de 20 segundos lo tienes perdido y se va a distraer con cualquier ruido, olvidándose del tema.

Cuando me preguntan: "¿Te gustan los niños?", siento que es una nimiedad igual que preguntar si te gustan más los perros que los gatos. Mi respuesta es: Así como hay adultos que me agradan y a otros los alucino barato, me sucede igual con los niños. El ser niños no los exenta de cagarme la madre si son latositos.

¡Viva la adultez y el poder adquisitivo!

1 comentario:

Unknown dijo...

Estoy de acuerdo, lo peor es cuando tus jefes quieren controlar tus modas por sus preconcepciones.
Mira lo que me paso. Me quede pelon y nunca disfrute mi cabellera, a huevo corte militar ademas, nunca me peinaba por que el "Gel causa calvicie". No mames, creo que es de la unica cosa que me arrepiento en mi vida. Nunca debi dejarles hacer eso.