viernes, 5 de diciembre de 2008

Compartir elevadores con desconocidos

Ahora sí se pasó de lanza el elevador del edificio.

Se supone que trabajamos en un edificio inteligente que cuenta con una gran tecnología. Todo al servicio del hombre... ¿Pero qué pasa si a toda esta tecnología le agregamos el factor humano? Vale pa' pura madre. El que diseñó el edificio no contaba con la cultura naca del 90% de los ciudadanos de este país. No es por sonar malinchista (porque tal vez sí lo sea), pero he considerado a México el triángulo de las Bermudas de la tecnología. Todo lo que represente un avance civilizado, naufraga por estos mares.

Como bien lo menciono en mi descripción de perfil... ¡me zurra compartir el elevador con desconocidos! pero me zurra más, que huevones detengan el elevador para subir o bajar un solo piso, cuando bien podrían utilizar las escaleras. Son unos cara- dura. Les vale gorro si te les quedas viendo con ojos penetrantes y llameantes. En una ocasión me vi forzada a hacer un comentario educado: "¡No tienes madre!" a una tipa que detuvo el curso del elevador para subir un piso. Pero hoy.... sí fue una pasada de chile. Yo trabajo en el piso 34, y aunque los elevadores que siempre abordo están reservados para los pisos del 19 al 36 más el piso 9, invariablemente me chuto paradas innecesarias cada vez que bajo a PB. En esta ocasión moría de hambre y sabía que sólo un pastel de zanahoria del Starbucks me haría el paro. Así que me dirigí al pasillo, piqué el botón de flechita pa'bajo y esperé un putamadral de tiempo para que las puertas del elevador hicieran "cling". Una vez que las puertas del elevador hicieron "cling", piqué el botón de PB.

Mi travesía fue la siguiente:

  • Dos pendejos hacen la parada en el piso 32. Uno de los pendejos se bajó en el 31.
  • Una pendeja de nalgas aguadas picó el 30 para ir al 29.
  • Otra pinche vieja bofa picó el 25 para ir al 24.
  • Una vieja aguada y flácida picó el 23 para ir al 22.
  • Un pendejo detuvo el elevador en el piso 21 para ir al 19.
  • Finalmente uno de los pendejos del 32 picó el piso 9.

Después de producir una cantidad colosal de bilis como para pulir plata, llegué a PB.


¡Fue una mamada!

Ya una vez con mi café y pastelito en mano, me dirigí hacia los odiados elevadores. Dos segundos antes de que se abrieran sus puertas, el pasillo estaba libre, tan vacío que se escuchaban los grillos, podía oírse el mar. Al momento que hizo "cling," veinte cabrones aparecieron de la nada para meterse en el elevador (Y yo que pensé que esto sólo le pasaba al Pato Lucas).

Mi travesía de regreso fue la siguiente:
  • Una bola de obesos picaron el piso 9.
  • Unas ñoras picaron el piso 19
  • El resto pico el piso 32.
  • Yo piqué el 34. (en estos momentos pensaba que mi travesía sería tranquila)
  • Una vieja hizo parada en e l 20 para ir al 21.
  • Del piso 21 se subieron cuatro que le picaron al 23.
  • En el 24 dos tipejas se subieron para ir al 25.
  • En el 30 para ir al 31.
  • “Sólo queda el piso 32 que picó el resto" pensé.
  • Ni madres. En el 33 hicieron parada para ir al 36.
  • Llegué a mi oficina sin aliento.


¿De qué sirve tener la más alta tecnología trabajando para nosotros, si la mayoría de los usuarios se la va a mamar? Aunque las máquinas estén diseñadas para funcionar a niveles de perfección inimaginables para la habilidad humana, es esta misma humanidad la que hará que los aparatos modernos sean inexactos, obsoletos e ineficientes.

jueves, 27 de noviembre de 2008

Favor de no postularse si no reúne todos los requisitos

Buscar trabajo es nauseabundo. Desde el momento en que tienes que redactar un currículum en el cual exaltes tus cualidades y las dirijas hacia lo que deseas desempeñar. Te la vives frente al monitor tratando de acordarte de tus actividades (porque es de chaleco que, siempre que vas a escribir tu CV, se te olvidan tus actividades) y te deprimes porque te das cuenta de que todo lo que haces las doce horas al día se puede resumir en cuatro bullets. Pero la neta, no vale la pena elaborar un disurso mamón, porque en realidad los de reclutamiento no pelan tus cualidades, ni les interesa tu experiencia, lo único en que se fijan es en tu estatus social, tu físico y tu estado civil , la edad...¿Acaso miento?...Entren a cualquier vacante de OCC y chequen qué es lo primero que piden. Edad, sexo y en algunos casos licenciatura (terminada). Es de risa con llanto (o llanto con risa) leer lo que las empresas ofrecen y piden a cambio de contratar al entrevistado.

Un ejemplo:
Piden:

Edad: 20-25 años. (Esto lo escribió un rabo-verde)

Sexo: Femenino. (Esto lo escribió un libidinoso)

Estado civil: Soltera sin hijos. (esto lo escribió un rabo-verde, libidinoso y machista)

Escolaridad: Licenciatura en Admon., Comunicación o afín ( Con Título). Ja! A los 20 años quién va a tener una licenciatura concluida... no mamen.

Experiencia: 2 años en puesto similar. Que sea proactiva (palabreja de moda), tolerante a la frustración (Cómo se ve que se quedaron con la idea de juventud de los años 40, ni un joven es tolerante a la frustración) Maneje Word, Excel, Power Point y Macros a la perfección. Que tenga trato amable y muy guapa. (La quieren de 20 años con dos años de experiencia. Experiencia en verse joven y bonita).

Ofrecemos: 2,500 pesos + prestaciones superiores a la ley (Ay que lindos, las prestaciones son superiores a las de la ley... pues será la ley de José Alfredo Jiménez porque no te dan trono ni reina ni naiden que te comprenda).

FAVOR DE NO POSTULARSE SI NO REÚNE TODOS LOS REQUISITOS. (Putos).
..................................................................

Hace cinco años fui con unos asesores de esos que te echan la mano en colocarte en entrevistas y te ayudan a redactar tu CV.

¡Mi experiencia fue frustrante!

Asesora: A veeeeerrrrr.... Vamos a redactar tu CeVé....¿Estatura?

Maruchi: 1.76

Asesora: ¿Eres soltera?

Maruchi: .

Asesora:(Emocionada) ¡Eso es bueno! ... (Tecleando y en voz alta) Soltera, sin hijos, Color de cabello: rojo y largo, tez: blanca, complexión: delgada, ojos: grandes y miel. ..¿Pasatiempos?

Maruchi: (Encabronada) Tomar Piña colada y que me cojan en la lluvia.

Es que no es posible ¿Estaba redactando mi CV o estaba en un chat de Terra ligando argentinos rubios de ojos verdes ( en realidad mexicanos topiles)?

Conseguí chamba en menos de un mes en una empresa líder en software. Funcionó exaltar los atributos. Porque si soy alta y delgada, pero mi cabello es teñido y se me asomaba media raíz, ¿ojos miel? pues según yo son cafeses claros, pero bueno... tez blanca sí tengo, pero omitió, los pellizcos a los barros que me salieron en la barba la noche anterior, ¿amable y de trato fácil? definitivamente no soy.

En esa chamba desempeñé labores de recepcionista (la disfruté mucho), después me ascendieron a asistente administrativa de ocho cabrones (los extraño); pero llegó el día, después de cuatro largos años, que tuve que partir. Buscaba algo nuevo, donde pudiera extenderme en mis locas creatividades.

¿Qué hice? me fui a una empresa líder en reaseguro (no voy a explicar que es reaseguro, así que ni pregunten) pagaban bien y las prestaciones eran mágicas, un ambiente de trabajo poca madre, me hice de grandes amigos ...Pero el Jefe.... arrrrrggggggg. Renuncié al año y después me enteré que el que era mi jefe, quería una asistente que le diera estatus . Les decía a sus clientes que, además de guapa, sabía tres idiomas, y preparaba unos cafeseses deliciosos. Por poco y me obligaba a decir "Denankiu" antes de salir de su oficina. (Sufrí mucho).

Ahora trabajo en una consultora de renombre internacional. ¿Cual es mi puesto? pues asistente...AGAIN... El trabajo parece ideal. Está a diez minutos de mi casa, tengo un horario decente de salida, mi jefe es un ser humano... pero no me siento a gusto. Y me di cuenta que se debe a que no importa dónde trabajes y cuál sea el giro de la empresa, lo importante es qué haces tú. Y siempre he sido Asistente, y ya no quiero serlo. Entonces, decidí hacer algo diferente y cambiar el rumbo de mis chambas. Empecé a navegar por los mares inhóspitos de OCC. Le daba con ilusión a la opción: artes creativas y comunicación. Con tristeza vi que ya nadie quiere escritores, sólo diseñadores y edecanes. Lo peor de este asunto es que consideré ser edecán pero el rango de edad me dejó completamente fuera por más de cinco años ¡¡¡Buju ju ju!!!!

Ojear las páginas virtuales de occ me sirvió de algo muy bueno. Me di cuenta que conseguir chamba decentes estos días está más cabrón y que los contratistas son miserables. Que realmente no dejamos atrás el feudalismo y no me sorprendería encontrar trabajos donde solicitaran la virginidad de tu primogénita. Así que por ahora, me calmo. Estoy bien dónde trabajo, puedo hacerme de buen CV, mientras espero titularme de mi segunda carrera.





jueves, 23 de octubre de 2008

Obsesión: El ritual citadino


Banqueta: Orilla de la calle o de otra vía pública, generalmente enlosada, sita junto al paramento de las casas, y particularmente destinada para el tránsito de la gente que va a pie.



Acabo de presentar una definición real de este elemento tan encontrado en las calles. En efecto, una banqueta no es más que una mole de cemento achatada a un nivel superior de la calle con el fin de que los transeúntes caminen libremente sin temer ser arrollados por una ñora en Voyager que no sabe echarse en reversa, aunque no siempre sea efectivo (pregúntenle al hijo del papá). La acera es un acontecimiento propio de la civilización. Sin embargo, al andar sobre ella entramos a un mundo mágico, accedemos a las prácticas ancestrales del ritual. Quizás aún no cachen bien de qué chingados estoy hablando. Pues bien, me refiero al caminar por esa masa de cemento y no pisar una puta rayita, o esquivar las coladeras. Lo hacemos para evitar un desastre en el universo.



¡Lo que tengo que hacer para salvar al mundo!

Los psicólogos llaman a estas acciones compulsiones y quienes las actúan en todos los aspectos de su vida se les dice que sufren del TOC. "Toc... toc... ¿Quién es?... la vieja Inés... ¿Qué busca?.... un listón...¿De qué color?". Es el pedo de usar acrónimos. En realidad TOC significa: Trastorno Obsesivo Compulsivo. Pero si le quitamos a estas actitudes la connotación patológica, nos quedamos con un absurdo con sentido... ¡Ah Cabrón! ¿A poco un absurdo puede tener sentido?. Claro que sí puede, pero no un sentido en función de la lógica aristotélica, sino en un sentido mágico, de ahí que sea ritual.

La mayoría nos hacemos bien pendejos con este tema. Sabemos que es "ilógico" prender y apagar la luz dos veces, y creemos que sólo uno hace eso...¡C'moooooon!... ¿qué puta diferencia puede haber si te pones primero el zapato derecho que el izquierdo? Pues en un mundo mágico no te puedes andar con mamadas. No conoces bien el alcance de sus poderes. Tal vez no sea tan descabellada la idea de que pisar una rayita te traiga mala suerte. Según un profesor de matemáticas una línea se continúa hacia el infinito, aunque sólo la hayas dibujado de cinco centímetros en la pizarra. Entonces, si la acera está llena de líneas y pisas una, tal vez parte de esa separación se prolongue a tu cuerpo. La idea en sí es muy pendeja, pero no podemos evitarlo.

Existe algo más veloz que la luz, y es la oscuridad. A huevo. La luz desplaza a la oscuridad, entonces ésta tiene que viajar más rápido para que la otra llegue. Por ello si prendes y apagas la luz dos veces, tal vez se deba a que la oscuridad se comunica a nivel telepático con nosotros y nos dice: "¿Tsss...tsss?... oye, se me olvidó una madre, dame chance de regresar por ella". Y tú muy buen pedo le das chance y mandas a la luz a la chingada por un ratito más y ya.

Apagar y prender la luz dos veces y no pisar las rayas son de los rituales más comunes, pero si nos sumergimos en la mente enferma de cada persona, descubriremos hábitos que no se nos hubieran ocurrido en mil años.

He aquí los testimonios de una encuesta muy chafa realizada a un número selecto de personas.


La pregunta era: ¿Qué ritual extraño tienes que no sea no pisar las rayas en las banquetas o prender y apagar la luz?


Testimonios

"Yo siempre tengo que cambiar la radio con la mano izquierda. He estado a punto de partirme la madre, pero no me importa. No puedo evitar hacerlo."
-Tal vez el alcohol no sea la causa principal de accidentes.

"Siempre que voy a tomar café, invariablemente, tengo que golpear la cucharita tres veces en el plato antes de beberlo. He estado en situaciones dónde la cuchara es de plástico, entonces no me lo bebo, porque otro de los requisitos es que la cucharita sea de metal. En citas es muy difícil idear una excusa para ello."
-¿Y al golpear dices "There's no place like home"?

"Hago apuestas con los semáforos. Si llego antes del alto la libré, pero si me tocó el alto, a huevo tengo que contar los segundos que dura para que no tenga mal karma."
- Ojalá nunca te toque el semáforo de Ejército.

"Yo he tirado ropa nueva porque el día que la estrené me fue de la chingada, entonces la regalo o la boto a la basura sin importarme cuánto me costó. Sin embargo también hay casos donde la ropa adquiere poderes de inmunidad cuando me pasó algo malo y no la tiro, pero no sé cómo uso ese criterio, simplemente lo siento."
-Inmune al poliéster y al veneno de cobra.

"Nunca pido pizzas. Si se me antoja una, hago que los demás la pidan por mí. Les digo que a mí siempre me tratan mal, pero la razón real es por miedo a que me pase algo malo."
- Lo único malo que puede pasar es que te quedes sin cenar por marica y no coger el teléfono.

"Cuando escribo en Word no puedo usar la Times New Roman en ningún momento, y tengo que dejar espacios injustificados, como picarle al espaciador dos veces en vez de una para separar las palabras."
- Hay personas que no debieron evolucionar del papel secante, la pluma de ganso y la tinta de cochinilla.

"Cuando subo o bajo escaleras siempre tengo que llegar primero con el pie izquierdo, así que antes de usar una escalera siempre tengo que calcular mentalmente el número de escalones para empezar con el pie correcto y así llegar con el izquierdo."
- ¿Conoces Teotihuacan?... ¿No?... Lo recomiendo, es un lugar precioso.


"Hago veinte flexiones en la ducha. Diez antes de empezar y otras diez antes de acabar. Pero no lo hago como un fin estético, es simplemente porque no puedo evitarlo."
- Se resolvió el misterio de por qué se acaba el agua caliente.


"Yo tengo el ritual de comerme el pollo crudo, vomitarlo y ver cómo se lo comen mis gatos."
-¡Saquen a esta pinche loca de aquí!

Fin de testimonios.


El ritual citadino es más banal y común de lo que quisiéramos creer. No hay que sentirnos enfermos raros, porque no somos raros, sí enfermos mentales, pero no raros. Así que a brincar las rayitas, a jugar con el interruptor, y cada vez que lo hagamos pensemos en el otro billón de seres humanos que también lo están haciendo. Todos trabajamos juntos para evitar desastres naturales en el universo.

martes, 14 de octubre de 2008

No controles mis vestidos

Sí, lo sé... a mí también me caga esa referencia tan trillada y gratuita de citar esta rola de las Flans. Pero tenía siete años cuando compré con mucha ilusión su primer LP. Canté con mis compañeritas El Bazar (la versión no oficial inventada por un cuate de la escuela).

Te conocí en un bazar un sábado a medio día,
Entre los nacos y puestos, tragando quesadillas.
Te detuviste a mi lado a ver que taco escogía,
Pero escogí una memela y tú un taco de tripa.
Tú me dijiste: ¡Eso no te va muy bien!
Otro taquito deberías de escoger.
¿Al rato qué vas a hacer?
La panza te va a doler.

Me enamoré de ti con un taco...
Me enamoré de ti con un taco...


La segunda rola más popular del mismo disco era precisamente No Controles.Esta canción ya era cómica en sí misma que no hubo necesidad de hacerle una parodia, pero la uso como título de este capítulo porque hace referencia a lo frustrante que es dejar la decisión de tu imagen a los adultos conocidos como tus padres. Cuando tienes dos - tres años, no hay mucho pedo, no sabes qué coño pasa a tu alrededor. Pero ya que cumples seis, siete, ocho, nueve, diez años, eres conciente de que el mundo es cruel y que las personas no se vana tocar el corazón para burlarse de ti por el abrigo de bolitas que tejió tu mamá, o porque te mandó a la escuela con la lonchera de Blancanieves (Esto es real. Le sucedió a mi hermano), a mí me tocó una lonchera que más bien parecía caja de herramientas. Los dos hicimos lo imposible por perder esas pinches loncheras, destruirlas o mandarlas a otra dimensión, pero siempre regresaban a su dueño original, y así fue como nos duraron toda la primaria, sin embargo llegó el día en que a mi hermano y a mí se nos ocurrió intercambiar de loncheras... Jamás entendimos qué pedo, o qué pasaba por la cabeza de mi madre.

Otro de los momentos frustrantes que me vienen a la memoria, fue que me costó un huevo dejarme crecer el pelo hasta la cintura. Tenía 7 años y cabellos castaños y rubios cenizos que terminaban en unos ricitos chidillos...Pausa... Estoy conciente de que tengo un matón y peinarme en las mañanas era un suplicio, pero el resultado valía la pena, así que estaba dispuesta a pasar el lloradero matutino con tal de verme linda, pero mi madre no lo estaba.

Silogismos peligrosos de mi madre:

  • ¡Qué desmadre es peinar a Maruchi! Voy a llevarla al salón para que le corten las greñas.
  • ¿Para qué gastar en un salón cuando una misma puede cortarles el pelo a sus hijos?
  • ¿Necesitaré tijeras especiales o con las de la cocina tengo suficiente?
  • ¡Que lindo se veía el otro día en la tele el Juliancito Bravo cuando sale de Tom Sawyer!
  • Ese corte es de niño ¿Se verá bien en una niña?
  • Los niños no tienen vanidad ¿Cierto?

(Por lo tanto) “Le haré el corte yo misma con las tijeras para pollo y se verá tan linda con el cortecito de Juliancito”

Resultado esperado:



Resultado real:



¡¡¡NETA!!! Ese corte de pelo trae una maldición. Justo cuando terminó de cercenar mi blonda cabellera, me salieron las ojeras y la expresión de “Fuck you” de Moe ¡Pinche corte a la de a huevo! ¡Me traumé de por vida! Solía correr con mi larga cola de caballo y me encantaba sentirla moverse de un lado a otro sobre mi espalda mientras los rayos cálidos del sol hacían destacar los matices dorados de mi cabello. Con el puto corte a la Moe, cuando corría parecía que se abría y cerraba un paragüitas.

Yo sé que puedo sonar exagerada, pues finalmente el tiempo pasa y el cabello vuelve a crecer sin pedos. El pedo es que, efectivamente, el tiempo pasó por todas las cosas menos por mi pelo, se estancó en ese puto cortecito durante dos años. No fue sino hasta que cumplí nueve que me ubicaban como niña otra vez.

¿Y qué tal esos zapatos de goma de punta chata? Me cae que quien los diseñó, se inspiró en la anatomía felina, porque con esos zapatos, no importaba si te caías de cabeza, panza o rodillas, invariablemente llegabas al suelo parado.

No es que sea en extremo vanidosa, pero si me gusta verme bien. Yo opino que al final la ropa que te pones, el peinado que eliges hacerte cada mañana, la actitud que desarrollas, es una manera efectiva (a veces) de extender quien sientes que realmente eres. Entonces, dejar esa decisión a alguien externo a ti, aunque sean tus padres, es frustrante.

Ahora en la tele hay programas de “What not to wear” o su traducción al español más enfática: ¡NO te lo pongas! En los cuales un par de pendejos le dicen otro pendejo cómo debe vestirse para verse menos ojete. Me pregunto qué pasaría si ese programa lo hicieran para padres, enseñándolos a vestir a sus hijos. Sería muy entrometido el pedo ¿no? Sin embargo, no estaría de más una ayudadita a padres que tienen buenas intenciones, y poca iniciativa. He visto criaturitas que tienen los dientes chuequísimos (ya los de a devis, no los de leche) y no los llevan al dentista, y no siempre es por falta de dinero, sino desidia, y si algún papá tiene la buena voluntad de llevar a su hijo a que le arreglen la boca, se ve en la penosa necesidad de regatear trescientos pinches pesos, porque los dentistas cobran más que un neurocirujano.

Dentista: Mire, tenemos este producto de Alemania. Es un poco más caro que el tradicional, pero se ha demostrado que tiene la misma efectividad que los frenos de caballo, con la ventaja de que son más estéticos.

Papá: ¿La diferencia?

Dentista: (con voz trémula y haciéndose bien pendejo con la calculadora) Son dos mil pesitos más.

Papá: ¿Y de cuántos años es el tratamiento?

Dentista: Pues dada la condición del niño...

Papa: ¡Niña! ¡Es una niña!

Dentista: Chin... esteeee... pues... no más cuatro años.

El papá hace cálculos mentales sin hacerse pendejo con la calculadora y en chinga dice:
- Ni madres. Son 300 mil pesos anuales. Póngale los de caballo.

Corte a:
El padre y la hija dejan el consultorio. La niña parece perro con bozal y el padre (ahora sí) se hace bien pendejo por que no tiene el valor de mirar a su criaturita a la cara.

Resumiendo:
  • Lonchera de mecánico.
  • Cortecito de Moe de los tres chiflados.
  • Zapatos de goma descalabradores.
  • Frenos de caballo.

La infancia puede ser una época muy culera. Sin embargo, a pesar de las peripecias, me bastaba con prender el canal cinco en El Buzón de Rogelio Moreno y sentir extraño placer al ver como
la pantalla azúl, se comía la mitad de su cabeza. El Tío Gamboín, siempre me cagó la madre, así que evitaba verlo y le cambiaba al 7 que era univisión en aquel entonces.

Ya una vez que hicimos conciencia que ser escuincle es una joda, pues no hay que consentir a los de ahora mucho, sólo necesitan que los tratemos como adultos. Si un niño te caga la madre hay que decirle: ¡Niñooo, me cagas la madre! Lárgate con tus papás.

Si un niño te pregunta cosas incómodas sin ser tu hijo, sobrino o cualquier lazo consanguíneo, lo más seguro es que ya sabe que es el sexo y sólo quiere ver tu reacción. Así que en vez de tragar camote, le dices: "Mira niño, los seres humanos a diferencia de otros microorganismos, nos reproducimos a través de la meiosis y no la mitosis, por que la mitosis es un proceso menos complejo que utilizan seres unicelulares bla bla bla..." En menos de 20 segundos lo tienes perdido y se va a distraer con cualquier ruido, olvidándose del tema.

Cuando me preguntan: "¿Te gustan los niños?", siento que es una nimiedad igual que preguntar si te gustan más los perros que los gatos. Mi respuesta es: Así como hay adultos que me agradan y a otros los alucino barato, me sucede igual con los niños. El ser niños no los exenta de cagarme la madre si son latositos.

¡Viva la adultez y el poder adquisitivo!

jueves, 2 de octubre de 2008

Toda historia tiene una historia back up

En junio sucedió algo que siempre me pasa cada año: fue mi cumpleaños. Pero lo nuevo de este evento fue que cumplí treinta...Meeeeerd!.. No sabía qué hacer. Nunca había cumplido trieinta antes. Afortunadamente la angustia se vio mitigada por una especie de salmonela que se manifestó exactamente el día de mi cumpleaños. Pero lo inevitable... es inevitable (chingón), enruquecí. Pero hay algo que pega más al llegar a los treinta, que perder el look de "chavita": Perder el tiempo.

Hace un par de días venía de comer junto con una amiga. Se nos hacía tarde para el trabajo. Y mientras mentaba madres a diestra y siniestra e intentaba volarme un semáforo, pero la cagué y quedé en medio de Mariano Escobedo, le comenté que este fin de semana se me fue groseramente rápido. Ambas llegamos a la conclusión que podría deberse a dos cosas:

1.- Me pasé de lanza durmiendo el fin. Sí, me levanté a las 6 para estar a las 7 en la escuela, pero ya una vez en casa, de las 3 a las 7 de la noche me aventé una mega jetota. Y el domingo también me eché un coyotito. Entonces, esa licuefacción temporal pudo deberse a que estuve inconsciente parte del fin.

2.- Entré más años cumples, te vueleves más responsable y tu vida se mide en resultados. Siempre esperas que pase algo, pero no la espera alentadora-poética-artística que da sentido a lo cotidiano a través de epifanías en el taco que te comes...NO... Ésta es otra espera que drena la energía y consta de ir de punto a - b all fucking day long:


  • Vas a la cama y esperas despertar para ir a la oficina.
  • Vas en el tráfico y esperas llegar a la oficina
  • Llegas a la puta oficina y esperas a que te contesten mails y contestas mails.
  • Esperas la hora de comida.
  • Estás en tu hora de comida y esperas regresar a terminar pendientes.
  • Estás en tu lugar esperando salir temprano.
  • Estás en tu lugar a las 8 pm (ya sabes que no saliste temprano) pero no te angustía, pues ni te diste cuenta que había pasado tanto tiempo.
  • Vas en la calle dirigiéndote al súper que está a 20 minutos, pero por el tráfico llegas en una hora.
  • Estás en el super esperando que la compra sea rápida.
  • Llegas a la caja y esperas que la cajera no sea nueva.
  • La cajera nueva te pregunta si tienes tarjeta de puntos. Tú le contestas que NO porque deseas irte de ahí lo más rápido posible.
  • Ves como la cajera ignora cobrar tus cosas y está como pendeja buscando algo. Lo encuentra y es otra tarjeta de puntos. Te la da y te recita una letanía de como pasar los puntos de esta compra a tu tarjeta original.
  • Sales del súper esperando que el tráfico haya bajado...Nel, Ahí sigue.
  • Llegas a tu casa agotadísimo. Tratas de pasar tiempo con tu gente así que te duermes lo más tarde que puedes.

Y se repite al día siguiente. Es por ello que el fin de semana es lo más valioso que tienes cuando cumples treinta. Y tratas de decidir sabiamente qué hacer con esos dos días sin chamba. El pedo es que el cansancio y estrés de la semana hacen estragos y decides aprovechar ese descanso en descansar (pleonastic time). Y se te va en chinga.

Antes medías el día en dos o tres cosas que tenías que hacer. Ir a la escuela, esperar el recreo y la hora de salida, ya una vez fuera, el día te pertenecía. Pero ahora mides todos los fragmentos del día, es por ello que el tiempo se acorta. Pues ya sabemos que no existe tal cual sino que es una medida para ordenar el universo. El tiempo se experimenta en sensación, es decír, lo sientes trascurrir. La modernidad del DVD me permite hacer una analogía de esta era: " Cuando somos adultos la vida se nos va en forwardazos (me vale madres que no exista esta palabra) como cuando vemos una movie en el DVD y nos da hueva la escena o ya la vimos y le damos al FW. Eso hacemos con el día a día. Le picamos forward a nuestra historia. Es sólo que aquí, a diferencia del DVD, no podemos darle al índice de capítulos para poder ver otra vez lo que te perdiste.


Pero siempre cuentas con una historia que supla la que no viviste en el día. Lo que no medimos y es sorprendente. Lo mágico-maravilloso (Me refiero al movimiento literario latinoamericano. No piensen en magicuentos). Momentos en los que nos detenemos a no sentir el tiempo. Y no hablo del vuelo de una mariposa, o de los pistilos en el aire, o del cálido sol dándonos en la jeta.... NO... Hablo de lo chuzco:


De la vez que estabas en el messenger y le mandaste a tu amiga "Gaby" un comentario burlándote de una visita que tenías en recepción y le escribiste: " Ese pendejo que se meta su antena por el culo jajaja" y volteaste a ver a tu amiga Gaby para ver qué te decía, pero no te dice nada y no se caga de la risa. Entonces, abriste tu ventana y te diste cuenta que se lo mandaste a otra Gaby que también trabaja ahí y que es una culera acusona.

De la vez que pediste una hamburguesa y te dieron puro pan y pepinillo.

De la vez que pediste una hamburguesa y te dieron carne de tumor.

De la vez que tenías pena en invitar a un cuate de la escuela a la fiesta de un chavo que no veías en años, y te rajaste y no le dijiste nada y que cuando entraste ahí estaba el chico que te dio pena invitar y te confesó que también planeaba invitarte a la misma fiesta... De que ahora que escribo esto veo que parece de prepa, pero pasó ahora en la Universidad.

De la vez que te dieron celos estúpidos por confundir un fonema.

De la vez que se cayó tu profesor de matemáticas por las escaleras y trataste de ayudarlo, pero al verle la suela rota del putazo, te reíste y no ayudaste en nada.

De cuando estornudaste enfrente del chico que te gustaba y se te salió un moco... y le cayó en su antebrazo.

De la vez que te pusieron 10 en tu colage de época chingón para tu escuela y vas a presumirle a tu tío tu obra de arte, que es fan de los 50 igual que tú , y de pronto te acuerdas que recortaste la portada del LP de Paul Anka y Neil Sedaka que te regaló el mismo tío hace cinco años junto con una historia del huevo que es conseguir esos discos.

De todas las veces que sentiste calientito cuando la cagaste... o como dice mi hermano ... cuando se te aflojó el títere, refiriéndose a cómo una marionieta se desarma cuando le sueltas los hilos... No al culo, pero si pensaron en eso, adelante. No voy a chingar con el clásico: "No sean mal pensados".











viernes, 19 de septiembre de 2008

Hijo gordo = Hijo sano

Capítulo II
Hijo gordo = Hijo sano


Recuerdo con nostalgia mi despertador Casio...Tititití…Tititití…Tititití. Cuando daban las siete de la mañana, llegaba mi madre a prender de putazo la luz. Los músculos oculares de mis pupilas se contraían con dolor.

Después de una ducha en chinga, mi madre me embarraba las greñas con gel Alberto VO5. Como no babía tiempo de desayunar unos Corn flakes, a chingarse un licuadote. Hace veinte años no había las opciones de licuados digeribles en tres etapas de la infancia que hay ahora, sólo estaba la leche en polvo Nido. Si no encontraba tu mamá el botezote amarillo, te iba mal, te tenías que tomar la Mi leche o la Boreal que sabían a leche de borrega. Además, al licuado se le añadían dos huevos, un plátano y dos cucharaditas de Chocomilk o del Milo… ¡Mámate eso en ayunas cuando tienes el estómago pegado!

Ahí me tienen, yendo a clases con la cara verde a tomar matemáticas a las ocho de la mañana, sin poder poner atención a la teacher culera, porque toda la sangre del cuerpo estaba concentrada en hacer la digestión del licuado bomba. Después de cuatro horas llegaba la hora del recreo. A esas alturas ya estaba más livianita, hasta se puede decir que con un poco de hambre. Mi madre y yo teníamos un juego bizarro y cruel: yo por mi parte abría la lonchera con la esperanza de que el sándwich fuera de mermelada o de Aladino… ¡Pero por supuesto que noooo!…un olor a pedo que dominaba la escena me hacía descubrir que el lunch era un sándwich de jamón con aguacate y pan remojado, la famosa cantimplora genérica y una manzana echa tepache. Justo cuando estaba apunto de darme por vencida, recordaba que aún me quedaban dos monedas de cien pesos (obvio estoy hablando de una época mucho antes de los nuevos pesos) veía ilusionada las moneditas doradas con la imagen de Carranza y me decía:

-Me compraré mis papitas Sabritas adobadas y un vaso de chesco de naranja.

La segunda parte del juego consistía en deshacerme de la evidencia apestosa, para que mi madre creyera que me había comido el lunch. Me dirigía al bote de basura más cercano, para tirar el sándwich, pero, invariablemente, llegaban a chingar unas pendejas de quinto para hacerme la claaaásica pregunta:

-¿Sabes cuántos niños muertos de hambre hay en el mundo?

El sándwich siempre acababa en el bote valiéndome madres lo que me decían las compañeras de quinto. Una vez en la tiendita gozaba de mi lunch improvisado.

“No hay Sabritas adobadas. No hay pedo, dame unos Tostachos”.

Al sonar dos de la tarde terminaba la escuela. Ahí en el camellón estaba mamá. Como sólo ingería una bolsa de papitas, siempre llegaba cagándome de hambre a la casa, con un antojo ojetísismo de una Burger Boy, o una Shakey’s Pizza (¡Qué pedo! En mi época sí tenían gente). Pero al llegar al cantón, un olor extraño, desagradable, pero muy familiar proveniente de la cocina, me acomodaba un puñetazo en la nariz.

¡¡¡HÍGADO ENCEBOLLADO!!!
¡¡¡Noooooooooooooooooo!!!
No voy a ser exagerada, no siempre era hígado encebollado. También hacían de comer riñones de res con jitomatito.

Ahí aprendí a llorar de frustración.

Mí madre se preocupaba en extremo porque no más no engordaba. Los doctores insistían en que yo estaba bien, que al rato embarnecería, pero mi mamá no paró hasta dar con el médico que le dijera lo que quería escuchar, qué estaba demasiado flaca y que necesitaba engordar, porque tener un hijo regordete y cachetón era sinónimo de ser una buena madre que tenía hijos sanotes. Fue así como a mi brebaje matutino se le añadieron unas cucharaditas extras de Complán. Lo juro. Hubiera sido más fácil tragar cemento.

Finalmente nunca logré ser la niña rolliza que mi madre deseaba, siempre he sido una chica demasiado alta y flaca, y no sólo eso, me quedó como trauma de la infancia una fobia a los licuados y es por ello que no desayuno más que un jugo Del Valle (con fitonutrientes, claro está) y mis Doritos Nachos.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Caminito de la escuela


¿Existe acaso una mejor referencia que Cri-Cri para evocar el largo camino a la escuela? Me remonto a una era en la que Cepillín tenía una feria y los leooooones de Chapultepec… los leoooones de Chapultepec… eran verdes, eran verdes no-más pa-ra us-ted.

¡Oh, sí! tener ocho años resultaba muy fácil. La nostalgia empieza a hacer estragos cuando se recuerda aquel entonces en que teníamos como única responsabilidad levantarnos a las siete de la mañana para estar en la escuela hasta las dos de la tarde, y después tomar el camión o esperar sentadito en la entrada del colegio a que tu madre pasara por ti. Pero recordemos bien, sin ese velito dulce del tiempo. Hagamos memoria sin mirar las caritas redondas de los niños de ahora.

Antes de empezar una pequeña nota:

*Me da una hueva tremenda incluir ambos géneros cuando utilizo un narrador intradiégetico, es decir, me caga escribir oraciones como la siguiente:
Cuando uno/una tiene tan solo cinco años, te sientes atrapado/a en el mundo.
Es por ello que en ocasiones utilizaré un yo poético neutro, que en el castellano suele confundirse con el masculino. Así que féminas-feministas no estén chingando.

¿Ya están listos?


Capítulo I

El poder sobre tu culo


En nuestra época (hablo de hace más de veinte años) la gran mayoría de los maestros eran normalistas sin educación pedagógica, trataban a los niños con la punta del pie (literalmente). Nada de que había demandas por maltrato infantil. La teacher te gritoneaba, y si se te ocurría ir de chismoso con la directora, salías más cagado.
¿Quién no tuvo una miss amargada que le prendía hacerte la vida imposible? Yo tuve más de una, pero la que le hacía honor a ese perfil de sádica era la miss que tuve en primero de primaria. La mujer era en extremo horrible, y su retorcido placer de humillar a los niños hubiera asustado al Marqués de Sade. Siempre nos traía jodidos, era aguantarla cuatro horas al día temiendo ser su juguete preferido para atacar; sin embargo, lo que recuerdo con un desagradable sabor de boca, no fue algo que me sucedió a mí, sino a un pobre compañero que tuvo la mala suerte de sufrir de una diarrea terrible durante la clase de la maestra sadista. La miss sabía que el alumno sufría, que estaba enfermo del estómago y que lo más sensato hubiera sido llamar a sus padres y mandarlo a su casa; pero no sucedía así en mis tiempos, esta perra miraba con morbo cómo se le retorcían las tripas a mi compañero.

-Miss, déjeme ir al baño- el pobre niño lloraba de la desesperación.

-¡Cállate el hocico! – así dijo la muy pleonástica.

Acto seguido, mi compañero se caga en su banca, y como hacer caca es más llamativo que hacer pipí, pues… todo el salón nos dimos cuenta de lo que había sucedido. No es magia adivinar que mi compañero quiso morirse en ese instante. La miss lo cogió del suéter y lo arrastró por todo el salón hasta sacarlo. Una vez fuera, la zorra poseída de placer, lo llevó al baño de las NIÑAS donde lo desnudó enfrente de las NIÑAS y lo remojó como traste con cochambre. Cabe resaltar que durante todo el trayecto, la teacher no dejaba de lanzar maldiciones.

Todos teníamos la esperanza de que a la miss la correrían.
"Híjole, ahora sí la corren"- fue lo que todos pensamos al unísono.

Al día siguiente la miss se presentó sin pedos, mascando chicle. Al parecer los padres presentaron una queja y como la miss era accionsita de la escuela pues correrla no era la opción; pero la dirección muy amablemente firmó una carta de recomendación para que el niño estudiara en otra primaria.

Reconozco que es un caso muy extremo el que acabo de relatar, pero no era poco común que en aquella época los maestros tuvieran el poder de permitirte o prohibirte la ida baño. ¿Recuerdan esas cantimploras de plástico trasparente - blanquizco con rosca roja? A huevo que sí, se veían chiquitas, pero les cabía un litro de agua de limón a esas madres. Después de estar bebiendo durante todo el recreo, regresas a clases hasta el tope de agua en tu sistema. Te levantas tímido a pedir permiso en voz baja, te acercas a la miss y le imploras al oído que te deje ir al baño.

-¡Cómo que quieres ir al baño!- te humilla - ¿Por qué no fuiste durante el recreo?

Ya está. Todo el salón se enteró que querías ir a cagar, a mear o a echarte un pedo.

Esto es algo que nunca entendí. ¿Por qué los maestros, padres o cualquier adulto creen que tienes un horario en tu culo? No fui durante el recreo por que NO ME DIERON GANAS.

He de reconocer que aún a mis treinta años, me he topado con sujetos (ex-jefe) que creen que ir al baño cuando te necesitan es una falta a tu chamba.

-¿Dónde andabas?- el ex-jefe (afortunadamente ex- jefe)- ¿Te busqué por más de diez minutos?

- En el baño.

-¿Por qué no te llevas el celular?


(WHAAAT???? Será que resulta un poco incómodo contestar el teléfono mientras estás concentrándote en otra cosa)


A ver… Padres, jefes, maestros o cualquier cabrón con un poco de poder social… ahí les va una cita famosa escrita en los baños de un tren: ...El culo no tiene itinerario.
Próximamente
Capítulo II: Hijo cachetón= Hijo sano