viernes, 12 de junio de 2009

Mi Secretaria

¿Recuerdan este programa icónico con Pompín Iglesias?

Yo era muy niña cuando lo veía y entendía muy pocas cosas, pero lo que se me quedó grabado fue el desmadre que armaban todas las secretarias juntas. Me quedé hipnotizada con el ruidito de las máquinas de escribir y la rapidez al tomar dictado.



Tengo ya varios años que le he girado de asistente y la experiencia no es ni remotamente parecida a la del programa de televisión. Mi jefe, cuando me pide algo, no sale ansioso por una puerta gritándome:"Lupita...Lupita...Lupita...trabaja mucho Lupita", sino que me dice simplemente: "Mari"(lo cual agradezco). Mi lugar está alejado de las demás asistentes, lo que me impide echar un desmadre tan sabroso como en la serie; sin embargo disfruto este aislamiento ya que me permite hacer mi chamba con privacidad.


No quiero que me malentiendan por lo expresado en el párrafo anterior, me gusta mi chamba. Por primera vez me siento a gusto con mi lugar de trabajo. Sin embargo reconozco que en este rol de asistente siempre van a existir, invariablemente, ciertos preceptos a seguir. Es como una especie de código entendido que no puedes violar, y está bien. Lo acepto.

Dentro de este código sobreentendido bajo el cual trabajamos las asistentes, se encuentra el indiscutible, incuestionable y dogmático código de vestimenta. Aunque me encantaría que en mi chamba pudiera venir de jeans, entiendo que el giro de la empresa no lo permite y por ende tenemos que dar una imagen ejecutiva. Sin hacerla de pedo, me encaminé a comprarme ropita nueva de clase ejecutiva. Como me caga usar saco (en serio, me puede poner muy de malas) me compré chalecos elegantes que hacen juego con los pantalones y me encargué que todo combinara perfectamente con mi abrigo gris de botones dorados con el que parezco refugiada... very nice!

Si eres asistente, sabes que es obligatorio usar maquillaje. Uno discreto, pero que se note que estás pintada. No importa que tengas la cara de muñeca y tus pestañas sean laaaargas y negras, a la de a willson te tienes que pintar. Si tu jefe es un director, tú tienes que verte lo mejor posible ya que eres la persona que lo representa hacia los demás. Insisto, por mucho que me guste el look de hippie trasnochado, entiendo que en mi trabajo debo verme bien. Así que me maquillo.








Por supuesto que no se nos debe pasar la mano.




En todas mis chambas me ha seguido el mismo malfario : Los Uniformes. Cuando trabajaba en la empresa Líder en Software, me compraron unos trajes de Zara que estaban decentes. De hecho,de no ser porque me engordó el bote, me los seguiría poniendo. En la empresa líder en reaseguro, donde trabajé después, también me hicieron usar uniformes. Y ahora, en mi chamba actual ¿qué creen? Pues también quieren que use uniformes.

¿Tengo algo en contra de los uniformes? No. Simplemente tengo algo en contra de las incongruencias. Se supone que los uniformes tienen el objetivo de que el personal secretarial se vea presentable y bien nice, entonces ¿por qué insisten en hacerlos pinches? Los trajes tienen colores alejados de un concepto ejecutivo que más bien recuerdan a las obreras del socialismo ruso. Not appealing at all. No es que sea vanidosa, pero tampoco me gusta verme ojete.





"Lupita...Lupita... ¡qué fachas! Lupita"

Cuando eres joven y puberta, el usar uniforme puede ser objeto de fetichismo. A todos, todos, todos les gustan las Lolitas. Pero cuando ya tienes una edad, sólo debería ser permitido usar uniformes en la cárcel, porque de lo contrario parecerás costurera de fábrica. Así que yo opté por no usarlos.

¿Dirán que tengo unos ovarios muy azules? A lo mejor.

¿Pensarán que me siento especial y por ello no quiero ponerme uniforme? Me vale madre.

¿Me verán con admiración por semejante rebeldía? También me vale madre.
¿Estoy cansada y ya me quiero largar a mi casa? Muy cierto.
¿No supe como terminar este post y me saqué de la manga hacer preguntas? Totalmente de acuerdo.