jueves, 30 de julio de 2009

Chispas de juventud


Tener ideas “luminosas” puede ser muy peligroso. Contar con el tiempo para concebir dichas ideas, también es un factor de riesgo. No hay nada más aventurado que tener un momento libre y estar en soledad, sin un tercero que te diga :“¡Espera! Esa idea que tienes no es buena”. Por alguna razón, nuestro sensor interno de alarma se apaga y nuestra idea luminosa es llevada a cabo.


Una tarde, hace muchos años, estaba en la que era mi recámara en casa de mis papás. Miraba el tirol del techo y encontraba figuritas. De alguna manera, mi pensamiento se escapó de mi control y entonces concebí lo siguiente:

“Me gustaría quitarme las pecas. No es que no me gusten pero…pinches pecas, son muchas, ¿cómo podré quitarlas?”- [hago la aclaración que en esa época no estaban de moda las cremitas blanqueadoras que hay ahora]- “Recuerdo que una vez mi tía abuela dijo que de joven se cuidaba la piel con limón, que el limón era buenísimo para granos, manchas,…entonces, debe serlo también para remover las pecas…mmmm…ahora que lo pienso mi mamá se arregla las manos con limón y azúcar….”- Aquí fue cuando se derrumbó todo: “¡¡¡Ya sé!!!! Me haré unas mascarilla de azúcar con limón”


Ustedes se preguntarán: ¿Acaso una mascarilla de limón y azúcar es nociva? Pues en teoría no, pero en la práctica…ohhh yeaaah, muy peligrosa. Hubo una época en que a mi madre le dio por comprar azúcar de remolacha. Eran unos granos gordotes de color café. No había rastros de azúcar blanca refinada, así que usé la pinche remolacha y en seguida fui al refri para buscar limones - "¿Cuántos le pondré? "–me pregunté a mí misma- “Dos es muy poquito…ya sé… siete, al fin que es número de la suerte”.

No me pregunten por qué, pero una vez que embarré mi desmadré en la cara, tuve otra idea: “Y si me tallo la cara para que me haga un micro peeling.”- Mal, mal, mal, mal, mal, mal. El azúcar actuó como cuchillitos filosos que me tasajearon la jeta... OUCH… Y el limón hizo lo suyo; arder como la chingada (lo que sabe hacer muy bien). Mi hermoso rostro recuperó su forma normal después de dos semanas. Y las pecas, ni siquiera se decoloraron tantito. Mala idea.

Peeeeeerooooooo.....


Cuando uno es adolescente tiene derecho a hacer pendejadas. Pero cuando llegas a la adultez, esperas que esas idioteces que solías elaborar cuando joven, hayan desaparecido de tu raciocinio… ¡FALSO!

Ayer descubrí en mi rostro una “Chispa de juventud” o sea, un barro a lado de la oreja derecha. Lo toco y parece un garbanzo metido en mi ser de manera subcutánea. No tiene cabecita blanca para tronarlo. Pero es muuuuy molesto. Tenía que deshacerme de él a como diera lugar.

En la soledad del baño de mi casa, tuve lo que ya se imaginarán: una idea luminosa. “¿Y si me lo saco con una aguja?” – OMG. Parecía tan fácil. En mi mente la escena se veía muy segura: agarrar la aguja y lentamente introducirla en el ente de grasa que vivía en mi rostro….¡Gran pendejada! El barro no salió y lo dejé como pinche coladera, me escurría sangre y no había rastros de que pudiera desaparecer. Di un último apachurrón a la bola con todas mis fuerzas, pero nada. El barro me había vencido.

Hoy en la mañana noté que me dolía sonreír. Que si tosía, un lado de la cara se me entumía. Eché un vistazo a aquello que estaba generando mi molestia, y era el barro, más grande, más fuerte, y sobretodo, más indomable.


Me duele la jeta y este barro es de los enterradísimos que amenazan con quedarse, mínimo, dos semanas en tu ser.




PD: No hagan pendejadas.

jueves, 16 de julio de 2009

Las dos caras de Maruchi


Estoy consternada. Hacía mucho tiempo que no salía Maruchi Coco a relucir tan, pero tan imponente. Antes de decirles cualquier otra cosa, tengo la necesidad de contarles de dónde viene “Maruchi Coco” para que puedan entender la historia que voy a relatar.


Desde que nací, mi familia, amigos, gente muy cercana, me han llamado Maruchi, no es mi nombre de acta, pero este nick me lo puso mi papá y lo siento más mi nombre que el real. Siempre he sido Maruchi, y así me llaman. Cuando era niña, eso de los ocho años, tenía una prima muy especial para mí. Ella vivía en San Antonio, así que sólo nos veíamos de perdis un par de veces al año, pero cuando nos veíamos, éramos imparables. Jugábamos con las barbies, coleadas, avioncito, hacíamos obras de teatro que le imponíamos ver a toda la familia. Una gran prima. Dentro de nuestros juegos estaba uno que nos permitía portarnos mal, y era el no –ser nosotras mismas, sino una parte siniestra de nosotras, es así como yo me convertía en “Maruchi Coco” y ella también se ponía Coco al final de su nombre. Éramos las cocos.

Pues bien, no sé ni como empezar a narrar lo que hizo Maruchi Coco este martes. Tuve un día un poco pesado en el trabajo, nada fuera de lo habitual, sin embargo me sentía de un humor muy encabronado. Sólo quería llegar a mi casa y darme un baño reparador y volver a la vida con zest. Es decir, tenía que ir de punto A (mi chamba) a punto B (mi casa). Mas, entre ese paso de punto a punto, se añadieron “puntitos” que impidieron que mi trayecto, que prometía ser sencillo, fuera sencillo.

  • Puntito 1:

El martes, fuera de lo normal, pude salir a mi hora establecida, la cual coincidió con la salida de la chamba de mi novio. Como él me presta el coche, la verdad, lo mínimo que podía hacer era pasar por él para irnos a la house juntos, así que eso hice.


El pedo de este puntito radica en que quedé de ver a mi chico en otra calle que me quedaba de paso, y no en la calle donde está su oficina. ¿Qué hizo Maruchi? Se apendejó y me metí a la calle donde estaba su oficina, lo que obligó a mi novio a caminar de más. Cuando finalmente nos encontramos y él entró al coche, ésta fue la conversación:

Maruchi: Lo siento amor, me equivoqué de calle.

Novio: (molesto) ¿Por qué haces eso? Chale.

Maruchi: Por Pendeja, por eso. Se me fue el avión.

Novio: (en tono mamón) Pues muy mal.

Maruchi: (apretando el volante para disimular su frustración) ¿Qué tal te fue?

Novio: Pues mal fíjate que… (Cambiando el tema) ¿Te desconcentro s te habló?

Maruchi: Para nada amor, ¿por qué?

Novio: (serio) Es que te estás cargando a la derecha otra vez.


  • Puntito 2:

Estaba yo tratando de meter el coche al estacionamiento del edificio cuando descubro un puto bora azul marino estacionado en mi lugar…. (Corte A Flash back).

Flash back: Ese bora azul pertenece a una vecina que cada vez que algún mentecato ocupa su lugar, decide estacionarse en el nuestro. Ya lo hemos hablado con ella, de mil maneras le hemos pedido que no se estacione ahí, que si alguien ocupa su lugar, que baje y se la haga de pedo al culpable y no nos perjudique a nosotros. A esta mujer sencillamente le vale madre.

Vamos mi novio y yo a hacérsela de pedo al poli y a reclamare que permitió que la vecina se estacionara en nuestro espacio. A lo que el poli contesto:

Poli: ñeñeñeñiñañeeee…(siempre emite ruidos raros antes de hablar) lo que paja ej que ( es veracruzano) le dije a esa pinche vieja que no se ejtajionara ahí, pero dijo que ella dejaba su choche donde le daba la gana.


  • Puntito 3:

En cuanto el poli terminó de decir “gana”, subí como cuete por las escaleras hasta llegar al 5to piso, donde vive la susodicha. Pensaba decirle que por favor no volviera a estacionar su choche en nuestro lugar, que al hacerlo nos causaba muchos problemas, que buscáramos una manera civilizada y racional de arreglar este asunto de una vez por todas. ¿Qué fue lo que pasó? En cuanto la monita abrió la puerta y vi su cara retadora, lo que dije fue lo siguiente:

A ver jija de tu rechin#””%/) madre, ¿de qué put#$%&&$ manera te tengo que decir que no estaciones tu put$%%& coche en nuestro lugar?.”

A lo que ella pacíficamente contesto: “ A ver… no me hables así. Fíjate cómo me estás hablando."

Me enchilé más y le dije: “ Sí, te hablo como lo que te mereces una basura, un estorbo, eso eres , un pinche estorbo, necia hija de tu pu%%$#” madre. Te lo he venido diciendo mil veces... Que no lo hagas y te vale. ¿Por qué lo haces? ¿Por queeeeeeeeeeé?”

Vecina: (ecuánime) Ash mira, mi lugar estaba ocupado y yo lo dejo donde yo quiero. Y no tienes ningún derecho a insultarme de esa manera.

Maruchi: Claro que lo tengo… Yo te hablo como me sale de los hue#$%&/&/. ¿Cómo la vez?

Vecina: Ahora por eso ya no bajo a moverlo. ( se intenta meter a su casa)

Maruchi: (Como villano de Capitán América) ¡¡¡Me las pagarás!!!

Vecina: Ten cuidado cómo me estás hablando, no sabes con quién te estás metiendo.

Maruchi: (Burlona) ¿con una teibolera? (porque eso es lo que parece)

La vecina levantó la ceja y se cerró la puerta lentamente como bruja de Blanca Nieves.


Punto B.
Me interné en el depa con las tripas llenas de ácido. Me fumé tres cigarros en cuestión de dos minutos, mientras le narraba a mi chico lo que había hecho. La verdad, no sé porqué salió tanta basura de mi boca, No soy de las mojigatas que se asusta de las groserías, al contrario, suelo usarlas muy a menudo en mi léxico, pero bajo diferentes contextos; echando relajo, contando una anécdota, mientras conduzco. Pero decírselas de frente a una persona, eso no lo suelo hacer. Por lo general soy sarcástica cuando insulto, o cínica, pero una pelangocha de barriada NO.

Es por eso que afirmo que salió Maruchi Coco a relucir.

Curiosamente la noche anterior a este evento, tuve un sueño muy extraño, hasta podría asegurar que fue premonitorio…y miren que he soñado chingaderas bien gruesas. Una vez soñé que el cómico Seinfeld era mi papá (pesadilla) yo les decía: “No, no, no, mi papá es otro”... en fin… lo que quiero decir es que mis sueños, por muy raros que sean, no suelen sorprenderme, pero lo que soñé aquélla noche, aún sigo sin entenderlo.

Está muy cañón lo que soñé, así que lo diré directo sin imágenes rebuscadas. Soñé que me salía caca por la boca…. Lo sé, está del nabo. Pero me salían unos trozotes marca diablo, y por más que escupía, seguía saliendo más mierda de mi boca.

¿Ven el destello de premonición? Por muy mal que me caiga la vecina, por muy enojada que yo estuviera ese día, y aunque tuviera todo de mi lado para exigirle que respete mi lugar, no debí haber perdido el estilo….ñiiiiii.

Me siento mal. No por ella, sino por mí, porque me dejé arrastrar por un coraje que salió a modo de mierda por mi boca.


¡Ay Maruchiiiiiiiii!

viernes, 3 de julio de 2009

"Si me buscas tú a mí..."


Hace un par de días estaba echándome un cigarrín en la terraza del depa. Me sentía muy a gusto mientras platicaba con mi hombre. Saltábamos de un tema a otro con singular destreza (como solemos hacerlo). Primero criticábamos a un vecino que teníamos enfrente porque se estaba rascando su intimidad afanosamente y después tocamos el tema de las caricaturas japonesas.

Llegué a la triste conclusión de que si de niña me hubieran tocado caricaturas como: Trigun, Gungrave, Pokemon, Ranma 1/2, etc., mi personalidad sería otra. Y es verdad. En mí época estuvo el auge de las caricaturas japonesas con trama tragediosa; Remí, Heidi, José Miel (después conocida como La abejita Hutch), Sandy Bell, Bell y Sebastian y mi más adorada caricatura Candy Candy.










Amo a Candy, tuve un affaire platónico con Anthony y después con Terry Grandchester. Pero por mucho que me guste esta caricatura, he de reconocer que aún no he entendido ¡De qué jijos de la madre se trata! ¿Por quéeeeeeeeee...Por quéeeee...Por qué le va tan de la chingada a Candy? A los lectores que no conozcan esta caricatura, les digo con todo el dolor de mi corazón, que sois afortunados. La experiencia de ver Candy Candy a los ocho años, dejó una hendidura irreparable en mi personalidad.

Anthony Brown, el primer amor de Candy (sin contar al puto príncipe de la Colina), fue también mi primer amor . Un chico de mirada dulce, cabellos rubios y que amaba a las rosas, pero que tenía los suficientes pantalones para enfrentarse a la Tía Abuela. Ese era Anthony y representaba la promesa de felicidad para Candy.




"Aunque me guuuhten lah rosaaaah no soy puuuhto, Candy"

¿Pero qué pasa en esta serie? Candy empieza a temer por la seguridad de Anthony, por culpa de una puta adivina que le augura mal futuro a su amado. La protagonista sufre a través de una tortura psicológica que le siembra pesadillas donde sueña que Anthony se muere. Y una como espectadora presiente que ambos deben casarse y ser felices, así que por muchas pistas que la trama te suelte, te resulta imposible pensar que de verdad Anthony se vaya a Morir.


El famoso capítulo "La Cacería del Zorro", trata de la presentación formal de Candy a la familia Andrey, (me hubiera gustado que sólo se hubiera tratado de eso) pero también trata de la muerte de Anthony, quien sale disparado de su caballo y se desnuca, cayendo muerto al instante...SE DESNUCÓ... ¡qué concepto tan elevado para una niña de ocho añitos! Ni siquiera sabía que era la nuca. No mamen... Pinche trauma. Lloré la muerte de Anthony casi con la misma amargura con la que lloré la de mi abuelito.... neta ... No se vale.



"Aaaaaaaaaaaaanthonyyyyyyyyyyyyyyyyyy"




Uno pensaría que ahí ya se acabó la caricatura, si ya se murió el hombre protagónico, ya no puede haber más. Pero nooooooooooo, poco después aparece Terry, quién surgió en la trama como consuelo para Candy (y para todas las niñas de la época) por la muerte de Anthony. -"Al fin Candy va a ser feliz"- eso pensamos, pero ¡mocos! Ella y Terry no pueden estar juntos por Susana, la actriz que por salvarle la vida a Terry, pierde una pierna. Y Candy, por culpa , le dice a Terry que debe casarse con Susana, ... ¡Oh, qué escena! Terry la abraza de la cintura, y le implora que no se vaya, pero la bondad necia de Candy lo deja ir.


"Yo soy Terry, tengo la mihma voh de Anthony y el mihmo perfil,
pero me puteo a Candy cada veh que noh confunde."




Hace poco me enteré que en realidad la caricatura no tenía un final establecido, es decir que está incompleta debido a rollos legales entre la escritora y la diseñadora de la serie. Lo cual tuvo mucho sentido para mí, ya que no especifican si Candy regresa con Terry o si se queda con Albert ( El chaqueto, chaqueto, chaquetísimo príncipe de la colina). El "final" dejó tan inconformes a los seguidores, que en Italia desarrollaron uno propio, editando imágenes de la serie para que pareciera que Candy y Terry se quedan juntos.


....Ufff... Todo un Melodrama.


¿Y qué me dicen de Remi?


La muerte de Corazón Alegré y la del señor Vitalis dejaron desconsolada a toda la generación de los ochenta. Las maestras entraban al salón de clases para descubrir a un montón de niños llorando.


Maestra: Niños, Niños ¿qué pasa?

Niños: (Al unísono) Buaaaaaaaaaaa.... se murió.

Maestra: (Angustiada) ¿Quién? ¿Quién se murió?

Niños: El señor Vitalis...buaaaaaaaaaa.

Maestra: (entre dientes) Mta madre....Otra vez están pasando Remi en la tele.



Les parecerá exagerado, pero las misses ya estaban acostumbradas a la puta chilladera por culpa del señor Vitalis; sin embargo he de reconocer que el final de Remi es uno más feliz y contundente que el de Candy Candy. Pues la vida de pobreza de Remi se convirtió en una estabilidad emocional a lado de su verdadera madre (no la culera que deja que su marido lo venda al sr. Vitalis).


Otra cosa que tenían las caricaturas en común, eran las cancioncitas. Parecía que las escribía un bipolar. La rola del comienzo siempre era muy alegre y juguetona (como arbolito de Bob Ross). Recordarán el "tun tun tun tun caminar, tun tun tun tun a correr" de Remi... Súper prendida la rola, pero después, al terminar el capítulo, venía la canción deprimente:"Por el caaaaampo voy... al amaaaaaneceeeer....”.


Con el tema musical de Candy sucedía lo mismo que con Remi. Ponías Imevisión a las 7 en punto de la noche y ahí estaba la cara alegre de Candy cantando: "Si me buscas tú a mí, me podrás encontrar... yo te espero aaaaquí sí… sí, éste es mi lugar”. Pero en cuanto terminaba el capítulo te querías cortar las venas al escuchar: "En mi ventana veo brillar, las estrellas muy cerca de mí."

Insisto, esas caricaturas trastocaron mi mente de modo irreversible.



Hace algunos post comenté que recientemente me hice fan de la caricatura Trigun. ¿En esta caricatura hay muertes? Claro y muchas. Se muere Wolfwood, un personaje muy importante, y se muere bien feo. Pero como comentaba con mi novio, la muerte en Trigun es homérica, tiene un simbolismo de coraje y de honor. No era un absurdo como la muerte de Anthony en Candy. Recalco, no hay sentido en esta muerte, más que para joderle la existencia a Candy. ¡Ah! nota al margen, Candy no merece una vida jodida, era güerita y con pecas...¡se le veían bien lindas sus pecas!... Es más, le das de comer caca y se la comería a no ser que se la de a alguien que la necesite más, de hecho, gracias a la personalidad de Candy no me impresionó tanto lo que hizo la Madre Teresa de Calcuta. Candy es el personaje ficticio más noble que conozco, más que Jesucristo. Una verdadera Mártir.

Sencillamente eran otros tiempos.


¿Por qué coño se tuvo que morir Anthony? ¿¿¿POR QUEEEEÉ??? ... ¿Para darle lugar a Terry? A mi juicio Terry es un personaje lo suficientemente fuerte como para sostenerse sin el antecedente de Anthony. ¿En serio era tan necesario construir un perfil psicológico traumado de Candy? No entiendo este giro dramático, aunque me lo pusieran en una novela romántica del siglo XIX. Menos lo entiendo en una caricatura para niños.

La moraleja de "permanece sonriente ante la adversidad" me parece exagerada cuando a penas tienes ocho años y el concepto de muerte aún no está claro. Es la edad en la que se te muere tu perro, tu gato, tu abuelito, y lo único que quieres es que tu mundo vuelva a su rutina lo antes posible. Cuando perece irle bien a Candy, la historia da un giro trágico, pues cuando al fin pudo volver a abrir su corazón para amar a Terry, es ella quien decide no estar a su lado por caridad a Susana.



No es sano ver una caricatura con tanto pesimismo. Ni Schopenhauer era tan drástico en su libro "Los dolores del mundo".

Candy Candy me tocó en fibras sensibles que desconocía que tenía y me generó un miedo al fatalismo y a los “malos presentimientos”. Podría decirse que fue uno de los factores más importantes que definieron mi infancia. Aún así, con todo y su pesimismo, con todo y que no puedo perdonar ni aceptar la muerte de Anthony, esta caricatura posee para mí la entrada a una infancia llena de recuerdos. Pues lo más lindo de Candy, era llegar al día siguiente al colegio y platicar del episodio con la que era mi mejor amiga en la primaria. Una amiga que quise mucho y de la que ya no he vuelto a saber.

En fin, aún conservo la ilusión de comprar algún día los derechos de Candy Candy , rehacer la caricatura y no matar a Anthony. Sé que esto suena muy infantil, y hasta naco el querer cambiar una historia ya escrita; pero entiéndanme, en esta historia puedo cambiar la trama, ya que, aunque soy la dueña de los derechos de mi propia vida, no puedo reescribir mi historia y evitar la muerte de mis seres queridos.



Nota al pie:

Querido pie,

Escribo esta nota para aclarar que las imágenes con las que ilustré este post, las agarré de sitios ya existentes de Candy Candy. Por favor ayúdame a que entiendan que no estoy lucrando con ellas, solamente estoy ejemplificando. Sé que algunos de mis seguidores se preguntarán ¿para qué chingaos hago esta aclaración? Pues bien... la hago porque no tienen idea de lo pinches necios que se pueden poner los fanclubs de Candy. Plis! no se encabronen. Y si se encabronan, pues que traguen diez kilos de aguacate y se mueran.