martes, 29 de marzo de 2011

Esta noche se improvisa

Mis manos me tiemblan peor que al McFly. La boca me sabe a fierro, y mis ojos se agrandaron de manera sorprendente. Todo a causa de una decisión a la que le tuve que echar huevos. He decidido dejar de fumar.

Sí… ya sé que hace dos post dije que estaba hasta la madre de las campañas contra el tabaquismo y que fuera a chingar a su madre todo aquél que se intentara interponer entre mi tabaco y yo, y lo sostengo. Me saca de mis casillas ver la foto de fetos grisáceos, y también me exaspera leer constantemente que el cigarro es mortal y que tarde o temprano voy a valer madre si sigo montada en mi macho de fumar lo que se me hinche la regalada gana.

Así que quede más que claro que no es por la publicidad constante y molesta por la que tomé esta decisión, ni por miedo a morir, pues yo soy como los tomatitos, yo me baje de mi macho cabrío porque tengo otras metas que dejé olvidadas y quiero retomar.

Mis metas no son muchas, de hecho son solamente dos:

1.- Hacer ejercicio.

Cuando yo era veinteañera me la pasaba leyendo, pero también hacía sentadillas como loca en mi recamara mientras estudiaba para la escuela. Iba al gimnasio para estar horas (literalmente horas) en la escaladora. De hecho creo (sino es que aseguro) que gracias a la cantidad grosera de ejercicio que hice en mi temprana juventud, todavía me conservo pasable. En algún momento de mi vida dejé el ejercicio y me dejé absorber por el ritmo de los corporativos. Pero eso se acabó. Ya elegí un Gym y me voy a inscribir a recuperar la condición física que el cigarro y el trabajo me han robado.



2.- Cantar.

No están ustedes para saberlo ni yo para escribirlo, pero su servilleta canta bien chingón. A la chingada la falsa modestia, a mis vainte tenía un gran registro de voz y te cantaba desde coplas españolas hasta pop en ingles sesentero. Ahora sólo canto en la regadera, y aunque sigo entonada y medio mantengo el registro, pues la respiración me falla. Hoy me dejé de hacer pendeja diciéndome, es el vapor, es la humedad del baño… ¡¡¡Ni madres!!! Es el pinche cigarro.

Una gran amiga mía, Karen, me estuvo diciendo estos dos años que volví a fumar, que si seguía así, iba a arruinar mi voz, a lo que yo contestaba " No creo llegar a ser cantante. Nadie me descubrió a los veinte, ¿Quién chingados me va a descubrir a los treintas?" Pues resulta que me descubrieron. Es un proyecto que promete, y me dije: " Pendeja, de haber sabido hubiera cuidado más mi voz."

Afortunadamente sólo han sido dos años con el vicio, y Karen me asegura que si no vuelvo a tocar un cigarrillo, volveré a dominar mi voz. Yo le creo.

Pero como todo en la vida, a los huevos hay que echarles una manita ( sin albur), Me he puesto un cuadrito que me da shots certísimos de nicotina. Los famosos parches. Esta noche me he puesto el primero. Me da un putero de comezón, y la boca me sabe a centavo, tengo mucha hambre y sencillamente no puedo dejar de pensar lo siguiente:

¿Por qué pierden el tiempo los científicos curando enfermedades, porque no hacen un pinche cigarro que no dañe a la salud ? ¿¿¿POR QUEEEEEÉ??????

Eso es un sueño y sueños sueños son. Lo sé. Así que para lograr mis metas, me someteré a los parches y espero ver resultados pronto. Los parches son uno cada 24 horas. Uno al día. Un día a la vez.

1 comentario:

Cangrejox dijo...

Entiendo lo de la adicción al cigarro, es realmente frustrante querer dejar de fumar y que por cualquier cosa se te antoje uno de esos amigos llenos de alquitrán.

Buen blog. =D