viernes, 21 de mayo de 2010

De vuelta y con tema pedorro

En este momento estoy empalagándome el oído sucio y mal pensado con una dulce cancioncita japonesa. ¿Y por qué estoy relatando esto? Porque después de casi dos meses de no postear, no tengo ni puta idea de cómo comenzar.

Es una falta de educación hacerles perder el tiempo con un post como este que ni siquiera he preparado, pero, ¡qué les puedo decir! En balde los centenarios que gastaron mis padres para darme una buena educación. No la aplico. Ok, exageré… La realidad es que en mi chamba sí soy educada, refinada, de porte ejecutivo, pero en mi espacio privado (el cual incluye este insípido blog) no me importa la educación.

Y es que… ¿a quién realmente le importa la educación? A los que quieren vivir integrados en la tan sobrevalorada sociedad. La sociedad que te juzga porque eres mujer y hablas con un chingo de groserías… “¡No es digno de una dama!”

Hace muuuuchos años tuve un novio que osó decirme que le bajara a mi lenguaje soez.
“Corazón, ya no digas tantas groserías”- me dijo y en ese momento supe que lo nuestro no iba a funcionar.

El verdadero amor, no es el que te regala rosas, y digo ¡qué caso tiene que un tipo mutile seres vivos y te regale genitales de plantas! El amor de verdá es aquél con el que puedes hacer competencias de eructos, es con quién puedes ser el más maleducado y aún así te ama.

¿No les ha pasado que a veces, sencillamente, no tienen ganas de saludar? A mí sí me ha pasado, hay días que amanezco con más lagañas que de costumbre, o estoy de malas y no me da la gana decir: “Buenos días”. Pero la educación te obliga a decir “Buenas”, cuando en realidad, quisieras pasar de largo.

Sin embargo he notado que hay algo que es más valioso y genuino que la educación, y es el respeto. Tal vez seas un “caballero” que regala pussies de plantas a su novia, que le abre la puerta del coche, y ya en casos muy mamones, se quita el saco para que la dama no pise un charco. De hecho si alguien hiciera este último punto conmigo, buscaría cualquier objeto pesado, para dejar inconsciente al psyco que hace mamadas.

Lo que quiero decir, puedes tener una educación de cartón, pero si vas por la calle y ves un anciano pidiendo pesitos, lo ignoras ya hasta haces jeta.

He conocido hombres que tienen la mala/buena fama de ser maleducados, será el sereno, pero me consta que al menos uno, cada vez que se encuentra un vagabundo, le regala un cigarro, y le saluda sin lástima ni asco, simplemente es otro ser humano que, por circunstancias que nos valen madre, decidió vivir en un puente peatonal.

En el caso de las mujeres, una “dama” de lenguaje adecuado, puede ser una bitch que te saca cenas caras, antros igualmente caros, te hace pasar por todas sus amigas y luego, al terminar el desmadre, te hace botar a cada una a su casa.

No quiero caer en generalizaciones, ni decir que la gente que se echa sapos, pedos y dice groserías son tru, y los finolis son hijos de puta en el fondo. Pero hoy me emocioné con el tema.

Ahí les va una anécdota.

Hace dos años más o menos, estábamos mi chico, un amigo y yo, dando vueltas en el coche tratando de buscar estacionamiento en el Centro de la ciudad. El tránsito era tan lento que vimos como un viejito en bicicleta nos rebasaba por la banqueta. El viejito traía en la parte de atrás un chingo, pero lo que se dice un chingo de Yakults , al dar la vuelta, el peso de la caja de Yakults vence la bici y el viejito se da un putazo en la baqueta…. NO se rían cabrones. No es cierto, ríanse porque realmente fue muy gracioso.

Una persona educada se levanta y ayuda al viejito a incorporarse , una persona respetuosa ayuda al viejito a incorporarse, no sin antes cagarse de la risa. Y ustedes se preguntarán ¿a caso reírse de la desgracia ajena es respeto? Pues sí, porque no tener lástima, ni discriminar sin risa un hecho gracioso, estás siendo respetuoso.

Bueno, el fin de la jornada laboral llegó, y si fuera educada me despediría de ustedes muy ahuevo, pero lo hago respetuosamente.

¡¡¡Tengan un fin de semana laaaaaargo y a toda madre!!!

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